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El cabecilla del motín de Fontcalent declara que las torturas a los presos motivaron la revuelta

Manuel Pinteño accedió finalmente a testificar por videoconferencia desde la cárcel

Manuel Pinteño, cabecilla del motín de Fontcalent, rectificó ayer su oposición inicial a declarar ante el tribunal desde la cárcel mediante el sistema de videoconferencia. Pinteño admitió que comenzó la revuelta carcelaria el 12 de noviembre de 1990 para denunciar 'los malos tratos y torturas que sufrían los presos'. El principal encausado no se responsabilizó del asesinato de un interno a manos de los amotinados y lo atribuyó a un ajuste de cuentas. El resto de los 15 procesados, juzgados desde la cárcel, siguieron los pasos de Pinteño y también declararon.

Manuel Pinteño, que ha pasado los últimos 25 años encarcelado por diferentes condenas - 'ninguna por delito de sangre', precisó- aprovechó su declaración para denunciar la represión que, a su jucio, sufrían los presos españoles a principios de los noventa. 'Soy un prisionero del sistema. El único permiso del que he disfrutado ha sido cuando he tenido la suerte de poder saltar los muros de la prisión', explicó. Pinteño admitió que integraba una asociación de presos cuyo fin era reivindicar 'el respeto a los derechos de los internos'. Según Pinteño, a principios de los noventa, coincidiendo con la llegada de Antoni Asunción a la dirección general de Instituciones Penitenciarias, la situación de los presos se agravó. 'Se incrementaron las palizas y las totruras', dijo.

'Entonces, en la mañana del 12 de noviembre, sin haber planeado nada de antemano con nadie, decidí iniciar el motín', dijo. 'Cuando los funcionarios fueron a sacarme de la celda los amenacé con una navaja que llevaba escondida en la manga de la camisa y los retuve'.

Pinteño dijo que abrió las celdas a los presos del módulo número 4 y que la insurrección se extendió a los módulos 2 y 3. Los amotinados, tras asaltar el taller para armase con diferentes objetos punzantes y pinchos, la farmacia y el economato, protagonizaron las principales acciones de la revuelta en el patio del módulo 3 y en el tejado del 4. El acusado asumió que durante las dos jornadas que duró el motín tomó las decisiones más importantes, negoció con los resposanbles de Interior e intentó fugarse. Para ello, exigió un furgón blindado y un helicóptero.

Pinteño, al igual que el resto de acusados que ayer declararon, negó cualquier responsabilidad en el asesinato de un interno argelino. El acusado atribuyó el crimen a un ajuste de cuentas. 'Cuando me enteré de la muerte del argelino, yo estaba descansando en un colchón'.

La segunda jornada de este pionero juicio por videoconferencia transcurrió sin incidentes en el plano técnico, aunque no así en el jurídico. Las defensas expresaron su protesta por lo que consideraban trato 'vejatorio' a los procesados de Fontcalent. Los acusados, aparte de estar esposados, están sujetos con grilletes a bancos de hierro. El presidente del tribunal señaló que las medidas de seguridad no son competencia de la sala. El director de la prisión dijo que era la única manera de garantizar la seguridad.

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