Hacia un catalanismo renovado
El Partido Popular de Cataluña (PPC) celebró su X Congreso con un resultado que no ha podido ser más satisfactorio. La reacción de nuestros adversarios electorales y la acogida que ha tenido en los medios de comunicación son el mejor reflejo de esta realidad. Durante seis años, el PPC ha realizado un trabajo muy difícil en un contexto desfavorable. Lo ha hecho con éxito porque ni estaba en el Gobierno catalán ni en la oposición. Ha sido capaz de mantener sus señas de identidad y de mostrar a la sociedad tanto su responsabilidad al garantizar la estabilidad como su capacidad de decisión para imponer políticas sociales con efectos reales para los catalanes. Frente a las aventuras nacionalistas de CiU y la oposición destructiva del PSC, la etapa de Alberto Fernández al frente de la presidencia se ha saldado con un balance muy positivo.
En estos seis años se ha penetrado en la sociedad catalana, se ha dado a conocer el esfuerzo real y objetivo del Gobierno de Aznar en beneficio de Cataluña y, finalmente, se ha cohesionado el partido. El PPC celebró el pasado fin de semana un congreso de gran trascendencia con un relevo normal y sin tensiones en la presidencia con el fin de afrontar la nueva etapa desde la base de lo conseguido en estos últimos años. Esta unidad interna es uno de los grandes méritos de este periodo que ha concluido.
La llegada de Josep Piqué reafirma esta voluntad de ser también aquí partido de gobierno y situarnos en la centralidad de la vida política catalana. Al margen de los intentos de nuestros adversarios, la realidad de los casi 770.000 votos de las pasadas generales que supuso la obtención de 12 diputados al Congreso -12 veces lo obtenido por ERC y por ICV (un diputado cada uno), lo que demuestra quién ocupa de verdad el centro político en Cataluña- así como el esfuerzo inversor del Gobierno para que Cataluña sea un motor de ese gran proyecto que es la España constitucional, que busca la cohesión social y territorial, son nuestro mejor aval ante el reto de las autonómicas.
Este décimo congreso ha puesto de manifiesto la gran fuerza y credibilidad del proyecto del PPC para Cataluña. El debate ideológico, que se refleja en las ponencias aprobadas, muestra esa voluntad de ser un partido de gobierno y no una fuerza que se instale en la oposición. Ha sido y es nuestra vocación. Es algo que ahora podemos jugar con fuerza, ya que tenemos bazas importantes en el nuevo escenario que representa el pospujolismo.
La sociedad catalana ha comprobado que somos un partido potente, cohesionado y con ideas claras. Una realidad que nada tiene que ver con los estériles intentos de nuestros oponentes de apartarnos de la centralidad. Cataluña se siente cómoda en la España constitucional. Ahora que celebramos los 25 años del regreso del presidente Josep Tarradellas y la recuperación de la Generalitat conviene reflexionar dónde estábamos y dónde estamos. Si entonces teníamos un gran camino que recorrer en el ámbito de las competencias, la suficiencia financiera y la consolidación del autogobierno ahora es el momento para aplicar la autonomía política de que goza Cataluña gracias a su Estatuto de Autonomía en beneficio de los catalanes. La opción de la reivindicación, como si nada hubiera cambiado desde 1980, resulta un camino sin salida que sólo se explica por la necesidad del nacionalismo de crear horizontes imposibles para justificar su existencia.
El PPC quiere ser portavoz de esa Cataluña que se siente cómoda con la actual vertebración de España, en la que nuestros hechos diferenciales son recogidos y respetados, y quiere una Generalitat que sea ejemplo y modelo por su rigor y eficacia. Gobernar es, precisamente, buscar lo mejor para la sociedad y aplicar políticas realmente progresistas, porque la búsqueda del progreso no puede ser esa retórica vacía de contenido a la que nos tiene acostumbrados la izquierda. El nacionalismo de la reivindicación no es progreso, sino retroceso. Es contemplar la realidad institucional como si estuviéramos en los años de la transición.
Nuestra vocación de gobierno, basada en la eficacia y en la solidaridad, la hemos demostrado en el Gobierno de España y en muchas de sus comunidades autónomas, ciudades y diputaciones. En las autonomías que tienen idiomas cooficiales, como Galicia, Baleares o Valencia, hemos logrado la normalización en su uso con una serena convivencia lingüística. Nuestro proyecto es el catalanismo renovado que supera los viejos y caducos conceptos de un nacionalismo identitario que olvida que lo fundamental es gobernar al servicio de las personas. Nuestros planteamientos contrastan con la probada ineficacia del socialismo sin ideas y oportunista que representa Pasqual Maragall. En estos más de 20 años, la sociedad catalana ha avanzado de forma notable, pero ahora hay nuevos retos en el contexto de una Europa unida que camina hacia la ampliación.
Cataluña ha tenido una clara voluntad de ser protagonista en el desarrollo de España. Es algo consustancial a nuestra voluntad de ser, a esa catalanidad que es nuestra forma de ser españoles. El PPC afronta el reto de ser decisivos en Cataluña como partido de Gobierno con la fuerza de la cohesión interna y la credibilidad de estos seis años. Con la ilusión de un equipo que aúna continuidad y apertura para integrar en su seno a todos aquellos que se sientan identificados con un proyecto de auténtico progreso. Los próximos años son fundamentales para el bienestar de la sociedad catalana y el PPC sale de este décimo congreso con propuestas políticas que permitirán mejorar la calidad de vida y avanzar en la cohesión social y territorial de Cataluña.
Jorge Fernández Díaz es secretario de Estado de Relaciones con las Cortes.
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