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Entrevista:JOSÉ MANUEL BENÍTEZ ARIZA | Escritor | Signos

'Escribir es siempre una manera de enfrentarte a tu propio pensamiento'

José Manuel Benítez Ariza (Cádiz, 1963) es uno de los más activos y reconocidos nombres de la literatura andaluza actual. No hay temporada que no presente dos o tres nuevos títulos de su cosecha, en los géneros más diversos. Los últimos han sido el poemario Cuaderno de Zahara y la recopilación de críticas de cine Me enamoré de Kim Novak.

Pregunta. Usted perteneció al llamado grupo de Jerez, una camada de poetas surgida de las tertulias que convocaba en esta ciudad Francisco Bejarano. ¿Qué queda de aquella experiencia?

Respuesta. La conciencia de grupo, si la hubo, fue muy efímera. Sí es cierto que tuvimos una colaboración común en revistas como Fin de Siglo, Citas o Contemporáneos, pero no había un programa estético que seguir, ni principios de los que no pudiéramos apartarnos. De aquello conservo la amistad de compañeros como Pepín Mateos, Felipe Benítez Reyes, Álvaro García o José Luis Piquero, sin olvidar el magisterio de Bejarano, Javier Salvago, Miguel D'Ors o Fernando Ortiz en su doble faceta de poeta y crítico.

P. Todos estuvieron en el ojo del huracán de aquella guerra descarnada que en su día enfrentó a poetas de la experiencia y de la diferencia. Perdone el despiste, pero, ¿se sabe quién la ganó?

R. Yo no llegué a participar en esa guerra, no tuve la fama ni la consideración suficientes para ser interlocutor en ella. Creo que no la ha ganado nadie: los buenos poetas se mantienen y los malos van incubando su resentimiento. Fue un enfrentamiento muy tonto y de escasa relevancia estética. Su momento álgido coincidió con el cambio de partido en el poder, y estoy seguro de que muchos no hicieron sino llamar la atención para obtener prebendas.

P. ¿Los poetas también matan por dinero?

R. Es curioso, pero cuanto menos dinero se ventila en un arte, más interesados son los pocos destinatarios de ese dinero. En el caso de la poesía se mueven cantidades mínimas, pero los poetas también padecen debilidades humanas.

P. Usted escribe mucho de cine. ¿Se puede añadir algo nuevo a los ríos de tinta vertidos sobre el séptimo arte?

R. Piensa que todo el cine clásico sigue sin ser visto por las nuevas generaciones de espectadores, que se acercarán a él con ojos nuevos. Por mi parte, siempre he intentado proyectar esa mirada un poco chismosa que reflejo en mis libros. El cine nunca ha dejado de brindarme esos asuntos que yo le pedí.

P. Siendo cinéfilo, su escritura no es especialmente cinematográfica.

R. Creo que tengo una idea muy visual de lo que escribo, y una tendencia a la elipsis, a la economía, muy emparentada con la técnica del relato corto, que a su vez tiene mucho que ver con el cine.

P. A usted le gustaría escribir como... ¿qué director de cine?

R. (medita) Es difícil... Me gustaría tener la mirada del mundo que tiene un John Ford en sus momentos íntimos, mezclada con las maneras críticas de un Frank Capra. Pero es difícil...

P. El continuo salto de un género a otro, ¿qué ventajas le proporciona?

R. Me mantiene escribiendo, y eso se convierte en una manera de pensar, hasta de respirar. Hay momentos de escritura más intensa o más relajada, pero escribir es siempre una manera de enfrentarte a tu propio pensamiento.

P. ¿La traducción es para usted otra forma de creación?

R. En parte sí y no. Te plantea los mismos problemas de elaboración y escritura que cualquier otro género, pero por otra parte es un trabajo demasiado absorbente, que en sus etapas más agudas, con autores como Henry James o Conrad, puede llegar a apartarte del trabajo genuino de creación.

P. Su poesía, que siempre tuvo como referencia a la memoria, ha encontrado en su último libro una localización precisa: Zahara de la Sierra, en Cádiz. ¿Qué le animó a ello?

R. Yo estoy en contra de todo tipo de localismos que consistan en ilustrar sin más las bellezas de un determinado lugar, pero siempre he tratado de localizar mi literatura a través de alusiones muy concretas a los escenarios. En mis poemarios, los paisajes de la memoria se han llamado Cabo de Gata, Madrid, Serranía de Ronda... Es cierto que en Cuaderno de Zahara un buen número de poemas son acotaciones de cierto sabor paisajístico. Tal vez la diferencia esté en que éstos llevan menos carga de pasado, una mirada más despejada hacia el presente, que haga que el escenario pase a un primer plano.

P. Hablando de presente, ¿quién es el dueño de las llaves de la poesía andaluza?

R. Creo que no hay dueño, ni siquiera voces que dicten por dónde hay que ir. En este momento respiramos una sanísima pluralidad.

P. ¿Las editoriales andaluzas son igual de vigorosas?

R. Ahora hay un fermento editorial interesante, pero creo que en general les falta criterio, esfuerzo empresarial y visión a medio y largo plazo.

P. Para terminar, adhiérase a uno sólo de estos centenarios: Cernuda o Alberti.

R. No soy muy partidario de los centenarios a los que se apuntan los políticos, pero entre los dos el que más me chirría es el de Cernuda, que andará revolviéndose en su tumba con las cosas que se están haciendo en su nombre. Alberti era más político, y lo habría sorteado todo con más humor.

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