El sello Putumayo cumple diez años en su empeño de difundir la música étnica
Dan Storper (Nueva York, 1951) se sabe un empresario atípico. Este antiguo estudiante de Historia en la Complutense de Madrid fundó Putumayo, una tienda de ropa étnica y natural en la Gran Manzana. Desde hace diez temporadas, ese hermoso río colombiano también da nombre a una de las más exitosas compañías discográficas especializadas en músicas del mundo.
'Ahora gozamos de un mayor acceso a músicas muy diferentes, creadas a miles de kilómetros de nuestras casas, pero carecemos de tiempo para escucharlas y seleccionarlas', resume el presidente de Putumayo, que también es responsable de un fenómeno ciertamente curioso: la irrupción de sus discos en establecimientos bien alejados del circuito convencional. En Estados Unidos, el 60% de la facturación de Putumayo Music proviene de tiendas de ropa y productos naturales, cafeterías, acuarios o parques zoológicos; en Europa, esta peculiaridad es emergente en franquicias como Natura, Coronel Tapioca y similares. 'La industria tradicional no ha sabido valorar los discos como un regalo precioso. Ellos se limitan a pagar muchos dólares para que sus discos suenen en la radio y atraigan a los chavales de 15 o 17 años'.
Putumayo aumentará en los próximos meses su catálogo con entregas como An Afro Portuguese odyssey o Rumba flamenco, con Javier Ruibal, Ojos de Brujo, Peret o Maíta Vende Cá.
Imposible no distinguir un disco de Putumayo en los anaqueles de cualquier tienda. Todas sus portadas, de vivísimo colorido y delicioso aire naïf, nacen en el bloc de Nicola Heindl, creadora afincada en Barcelona que compagina la pintura con la producción de aceite de oliva virgen. Las antologías constituyen la especialidad de la casa: títulos como Women of spirit, Music from the coffee lands, Dublin to Dakar o World playground han despachado cientos de miles de unidades. Su último gran éxito es Arabic groove, pese a que el 11 de septiembre provocó una fuerte caída en las ventas de este título.
Babelia
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