El arte de la contraprogramación
Andan las cosas tan enrevesadas en el mundo del arte contemporáneo que hoy puede llegar a suceder que una exposición esté bien concebida y realizada, que sus resultados sean brillantes y que, sin embargo, derive de unos presupuestos sencillamente paradójicos. Tal podría ser el caso de este proyecto de Jorge Luis Marzo sobre las infiltraciones de los artistas en los medios televisivos, que finalmente se presenta como una infiltración de la televisión en los espacios del arte.
De hecho, su idea es presentar distintas maneras mediante las cuales algunos artistas se introducen en los medios y, en forma más o menos emboscada, logran trabajar en ellos -o más bien con ellos- para así desestabilizar sus lenguajes y hablar a su través como ventrílocuos.
EN EL LADO DE LA TELEVISIÓN
Vídeo/instalaciones Espai d'Art Contemporani de Castelló. Prim, s/n. Castellón Hasta el 1 de diciembre
Los artistas infiltrados en la televisión lo son justamente porque es la televisión la que se infiltra en el museo
Esta idea remite a estrategias muy diversas. Aparte del uso del formato audiovisual, así como de la políticamente inevitable 'deconstrucción de los mecanismos y narrativas institucionales', el comisario cita 'la confusión y el camuflaje' (hibridación, borrado de los límites), 'la ironía' y 'el desplazamiento del contexto'. Y la verdad es que algo de todo ello queda bien reflejado en esta muestra, la cual cuenta además con la virtud de que, a diferencia de muchas otras pensadas desde una perspectiva análoga, casi siempre pedantes y aburridas, resulta interesante y divertida.
Esto se debe en buena parte al acierto con que el comisario de la muestra, Jorge Luis Marzo, ha seleccionado el elenco de los artistas representados. De la norteamericana Dara Birnbaum puede verse un conjunto de vídeos en los que (más que 'deconstruir' nada, propiamente hablando) yuxtapone y descompone con habilidad imágenes extraídas de la televisión estadounidense, cosa que da, ciertamente, mucho juego (y que responde a las mismas intenciones que guiaron al grupo OVNI de Barcelona, una selección de cuyos trabajos de los años ochenta puede verse también en la exposición). La otra obra de Dara Birnbaum es una instalación bastante hermética acerca de la manipulación televisiva a que fueron sometidos en China los acontecimientos de Tiananmen (algo previsible y menos grave que los acontecimientos mismos).
Entre los trabajos más divertidos -y ajustados al espíritu del proyecto- se encuentra el del alemán Christian Jankowski. Durante su participación en la Bienal de Venecia de 1999, pergeñó una pieza consistente en intervenir directamente en los programas televisivos de cinco futurólogos italianos, solicitándoles augurios acerca de su próxima obra plástica: ¿será la idea correcta?, ¿cuándo la acabaré?, ¿quedará bonita?, ¿pero la entenderá el público? Los videntes dieron prueba de su competencia y no tuvieron dificultad en responderle, a veces con detalle. Uno se pregunta si no tenían algo de críticos de arte.
Candice Breitz, surafricana,
juega también con el humor, aunque envolviéndolo de una cierta dosis de ternura. Su obra (bien llamada Karaoke) es una instalación circular en donde 10 personas, desde otros tantos monitores, entonan como pueden la canción Killing me Softly (with his Song); hay un oriental que incluso la silba. El resultado es un inopinado coro desconcertante que el espectador escucha primero un tanto aturdido, hasta que comienza a sentir ganas de evocar las existencias respectivas de cada uno de los cantantes.
Otro ejemplo particularmente ilustrativo de la idea de una 'infiltración' del artista en el medio televisivo es el que presentan Anne-Marie Leger y Donald Goodes. Éstos son los realizadores de una serie para la televisión canadiense, Each and Everyone of You, a lo largo de cuyos episodios se dedican a explicar a los no iniciados, incluso a los niños (en tono desenfadado, explícitamente didáctico), cómo cualquiera que se lo proponga puede hacer toda una gran instalación artística siguiendo tan sólo unas sencillas indicaciones. Habría que contratarlos en alguna facultad de Bellas Artes.
En cuanto a los restantes trabajos, se trata de proyectos específicamente concebidos para el evento de Castellón. El más sencillo es el de Videoscopia: cuatro videocámaras estratégicamente ubicadas en las instalaciones del Espai d'Art Contemporani de Castelló, de tal modo que pueden ser accionadas por el público y asistir así a la retransmisión en directo de la exposición. Al tratarse de un sistema interactivo, permite grabar las opiniones de los visitantes y conectar con las páginas web de los artistas.
También el americano Joey Skaggs ha ideado una pieza interactiva, pero menos interesante: un dispositivo a modo de videojuego mediante el cual se puede disparar virtualmente sobre la gente que pasa por los alrededores del centro de arte, declarados 'zona de guerra'. Pero no parece que sea ésa la manera en que se 'deconstruye' la violencia, ni siquiera virtualmente.
Finalmente, la pieza más es-
pectacular (y hasta monumental) es la del malagueño Rogelio López Cuenca y Neokinok.tv. Este trabajo nos devuelve a nuestro punto de partida. Lo que pretende es interactuar con 'la memoria visual y mediática' de la ciudad. El resultado es un miniplató de televisión en donde se pueden hacer -y se hacen- programas alternativos con intervención del público, emitirlos para que puedan ser vistos por los vecinos, y, entretanto, completar la programación con otros productos eventualmente espontáneos de las gentes del lugar. Y es aquí donde se hace manifiesta la paradoja (siempre pasa, de hecho, cuando se trata de López Cuenca): los vecinos seguirán viendo la televisión convencional, y el arte seguirá siendo una convención. Pues los artistas infiltrados en la televisión lo son justamente porque es la televisión la que, por así decir, se infiltra en el museo. Y, francamente, no es lo mismo.
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