Fonsi alarga su sueño

Subió Fonsi Nieto al cajón más alto del podio del circuito de Sepang (Malaisia), agarró de la mano a su compañero de equipo, y sin embargo amigo, Toni Elías y le izó para compartir tan honroso puesto. Más allá de gestos de patriotismo que en este deporte pintan más bien poco, y ahí están los italianos Rossi y Biaggi para demostrarlo, las órdenes de equipo -pues Fonsi y Elías comparten moto (Aprilia) y patrocinadores- y la desgracia del italiano Marco Melandri dibujaron una carrera en la categoría de 250cc que sólo admitía un ganador: Fonsi Nieto. Que fue quien venció, claro, escoltado por un Toni Elías que se limitó a hacer de barrera entre su colega y el italiano Roberto Rolfo, quien durante unos instantes amenazó en vano con colarse en la fiesta española.

Se disputaba la mitad de la prueba y al paso de Elías por la recta de meta se vio una pizarra elevándose sobre el muro que certificaba lo que ya todo el mundo sabía: 'P2 (segundo puesto), OK', rezaba el cartel. O sea, que en ese segundo puesto Elías estaba la mar de bien. Que se quedara allí. Que no se le ocurriera adelantar a Fonsi. Y eso hizo. No adelantar. Semejante panorama en una prueba que se anunciaba apasionante, y que a la postre fue un abrasador paseo de Fonsi a 36 grados centígrados de temperatura ambiente (44 en el asfalto), lo provocó la retirada de Melandri en la primera vuelta. La puesta en escena de Fonsi había sido espectacular, lo que ya es noticia, y enseguida tomó la cabeza junto a Elías. En tercer lugar se situó Melandri, que llegó a adelantar al catalán. Pero su moto, de repente, dijo que nones, que hasta allí había llegado. Así que, con 18 vueltas por delante, Fonsi y Toni, Nieto y Elías, se encontraron con la carerra soñada, tan felices, tan solos, como si de una exhibición se tratara, un mano a mano con los papeles repartidos. Uno ganador, el otro segundo. Amén.Informado Fonsi de lo sucedido con Melandri, el madrileño bajó el ritmo, que tampoco era cuestión de arriesgarse a una caída cuando el tercero en discordia, Rolfo, viajaba a unos cinco segundos de distancia. Y entre ambos, por si acaso, estaba Elías. Pero Fonsi reguló tanto que Rolfo llegó a colocarse a menos de dos segundos cuando aún quedaban nueve vueltas para el final. Miraba Fonsi para atrás y en éstas que Elías levantó su mano izquierda y le hizo un evidente gesto de que se dejara de vigilancias y que tirara, que ya estaba él allí para ejercer de guardaespaldas.

Apenas había tenido que arriesgar Fonsi, quitando el tramo inicial de la carrera, esos momentos en los que aquello estaba lejos de ser un desfile con acento español, por lo que sus neumáticos seguían más o menos enteros, algo vital cuando el asfalto está ardiendo. No ocurría lo mismo con Rolfo, que había arriesgado hasta el límite, lo que unido a las carencias de su Honda respecto a las dos Aprilias de los españoles le obligó a reducir su ímpetu. Así que llegó el momento en el que el italiano pensó que mejor ser tercero que acabar en el hospital, tiró la toalla de manera descarada y dejó las heoricidades para mejor momento.

Y ahí se fueron Fonsi y Elías, que entraron primero y segundo en la meta, no de la mano, que tampoco era cuestión de provocar; aquél haciendo el caballito, éste más sosegado, sabedor de que había cumplido su papel de protector, todo con tal de que Fonsi mantenga su candidatura al título y sabedor, también, de que acababa de renunciar a una posible victoria.

'Sé que le podía haber ganado, pero otro día será', dijo Elías con una mueca de resignación poco antes de colocarse en el segundo cajón del podio, el que le correspondía, y aceptar la invitación de Fonsi para que subiera un peldaño más, para que compartiera un triunfo sin duda incontestable, el cuarto de Fonsi en este Mundial, pero que tuvo dos padres, los más rápidos, a cual mejor, disciplinados ambos, hoy por tí, mañana por mí. 'Que nadie lo dude: algún día le devolveré esto a Toni', afirmó Fonsi, agradecido él, tras darle vidilla a su sueño.