Fatalidad y éxito

Alrededor del mundo del motor hay mucho ruido en las últimas carreras, y no precisamente en los circuitos como es natural, sino en los talleres. La distinción entre la máquina y el maquinista se hace incluso discutible en algunos casos. En la fórmula 1, el dominio de Michael Schumacher y Ferrari es tan imparable y aburrido que los organizadores ya no saben cómo recuperar la competitividad porque el piloto es igual de inaccesible que la escudería: el alemán, en Suzuka, subió ayer al podio por 17ª vez, tantas como carreras ha habido, y cerró el año con su triunfo número 11, un nuevo récord en un currículo al que sólo le queda el imposible de batir las pole-positions del brasileño Ayrton Senna. La fábrica italiana gobierna el circo mundial con la misma crueldad con la que estuvo 21 años sin ganar el título y hoy decide hasta quién es el segundo clasificado.

En Sepang, donde se disputaba el GP de motociclismo de Malaisia, las órdenes de equipo también le pudieron a la ambición del piloto [Toni Elías], como le pasó al brasileño Rubens Barrichello en Austria cuando le mandaron frenar para que le pasara Schumacher. La maniobra de entonces no venía a cuento, dada la superioridad del número uno del volante, mientras que la de ayer es otra historia porque Fonsi Nieto se juega el título de los 250cc.

Nieto ganó la prueba asiática entre otras razones porque a Elías le impidieron disputar la victoria y tuvo que conformarse con ser segundo. Uno y otro comparten escudería (Aprilia), pero solamente Fonsi tiene opciones a desbancar del liderato al italiano Marco Melandri, que ayer quedó fuera de la carrera a las primeras de cambio. Así que a Elías le invitaron a quedar por detrás de Nieto, una indicación que siguió escrupulosamente, a diferencia de lo que ocurría en tiempos de rebeldes como Àlex Crivillé, cuando las condiciones no quedaban muy claras en los contratos o justamente estaban para incumplirlas.

Para darle más de picante a la jornada motociclista, el director del circuito de Sepang se equivocó en la señalización de la llegada y Dani Pedrosa se vio relegado del segundo al tercer puesto en los 125cc, decisión que provocó el enojo tanto del piloto como de su equipo, aun cuando mantienen opciones al título.

La polémica se extendió al Mundial de ciclismo, que, a juzgar por el circuito belga de Zolder y por el final, más pareció una etapa de la Vuelta o del Giro que una prueba para designar al mejor ciclista. A tono con el escenario, el triunfo fue para el italiano Mario Cipollini, un sprinter que este año hizo un amago de retirarse, mientras Óscar Freire acababa el 156º. Las averías convirtieron la prueba en una lotería, como ya presumía el español, víctima de un accidente a dos kilómetros del final cuando pedaleaba para disputarle el triunfo a Cipollini.

Los italianos actuaron como un equipo y llevaron al bello Mario a ganar el título mientras los demás participantes echaban pestes sobre el recorrido. 'He cumplido el sueño de toda mi vida', exclamó el italiano, a sus 35 años. Nada que reprocharse en la expedición española, que se sintió víctima de la fatalidad.

Menos obstáculos ofrece, en cambio, el camino de la selección española de fútbol hacia el próximo Europeo. El equipo de Sáez goleó a Irlanda del Norte en un partido protagonizado por Baraja, cuyo intervencionismo resultó abrumador. Poca exigida defensivamente, la selección se dedicó de nuevo a un ejercicio ofensivo en el que únicamente faltó el gol de Raúl, que causará baja para el amistoso del próximo miércoles contra Paraguay en Logroño.

El próximo fin de semana vuelve la Liga, y con ella, el debate entre el intervencionismo del entrenador y la libertad que debe tener el jugador se extenderá al fútbol.