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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

La ignominia de las residencias

Aunque escribo este informe / contestación basado en mi propia experiencia, quiero que esta exposición sirva para denunciar la situación existente en toda España en lo que se refiere al cuidado y atención a los ciudadanos de la tercera edad. También a los impedidos por la edad o cualquier otra enfermedad, que se ven obligados a ser apartados de la vida de la sociedad y que no tienen acceso a las residencias oficiales de la Comunidad de Madrid, donde los servicios y la atención médica y profesional se muestran con toda normalidad y eficacia.

Después de haber cotizado a la Seguridad Social casi 40 años, creo que un ciudadano tiene derecho a un sitio en este tipo de residencias. Por causas de mala administración y empleo de los fondos que se deberían haber usado para construirlos, no existen nada más que para unos cuantos privilegiados; los demás, y somos miles y miles, estamos condenados a ser encerrados en otra clase de residencias denominadas 'autorizadas' por la Comunidad de Madrid. Yo no creo que la Comunidad de Madrid o, más bien, los individuos que manejan estos asuntos, se hayan percatado de lo terrorífico que es este tipo de habitáculos. Yo intentaré describírselo a estos responsables de nuestra Administración para que abran los ojos de una vez a esta ignominia e indignidad.

No creo que se den cuenta de que la mercancía que maneja (valga la expresión) son personas, o sea, seres vivos, a los cuales la Constitución Española les otorga unos derechos que ciertamente se les están negando.

En mi caso, después de una intervención quirúrgica de colon, 48 horas de coma y un infarto cerebral causado por la doble anestesia total y epidural que me impide el movimiento correcto del lado izquierdo de mi cuerpo, me he visto obligado a recorrer varias residencias privadas de un precio exagerado, que no se debería de permitir: 1.500 euros en adelante, no hay bolsillo normal que lo aguante durante muchos meses.

Entonces he tenido que recurrir a las residencias de esta clase, que son chalés, donde se agrupan personas de toda condición y tipo en una especie de cárcel / condena.

Aquí el ciudadano español se ve sometido a la escasez de medios para vivir dignamente, mientras se le desprovee de toda la pensión que cobra, lo cual hace que los que manejan esto como un negocio saquen beneficios inmensos porque las prestaciones que dan son de lo más raquíticas y pobres que se pueden imaginar.

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Estas residencias obligan a estar codo con codo con personas incompatibles, lo cual es una tortura diaria y sin escapatoria posible.

Las comidas son de paupérrima calidad, producen a veces un estado de asco que agrava sobremanera la propia enfermedad del residente.

Todos los esfuerzos que yo he hecho para solventar esta situación comprando provisiones para mi consumo privado, han sido contraproducentes, pues el personal (de ello hablaremos más adelante), no duda en hacerlos desaparecer de una manera continua y sin explicación posible.

Personalmente, he desistido de comprar ni una galleta o coca-cola más por este vergonzoso motivo. Hay residencias donde la comida se cocina en la misma casa, pero hay otras en que las comidas se sirven por catering, y esto sí que es un crimen de lesa majestad por su malísima calidad y la barbarie de sus menús, no dignos para alimentar personas.

Todos estos centros tienen en común la contratación casi exclusiva de personas del Tercer Mundo. Resulta que para cualquier oficio o profesión los empleadores exigen las condiciones idóneas para contratar empleados. En el caso que nos ocupa, eso es lo de menos: se trata de 'atender' a seres humanos y se contrata a personas que no tienen ninguna preparación específica ni de otra clase.

Caes en manos de estas personas y entonces tu vida puede convertirse en un verdadero desastre; la mayoría no habla el español correctamente y no saben leer tu nombre, con el que está marcada tu ropa, de manera que se la ponen a otros y tú llevas la de un personaje que no quieres ni ver ni tocar...

Aquí lo grave es que ésta es una situación de total indefensión por parte del residente. Son continuas e innumerables las situaciones en que te ves abocado a la desesperación y rabia más absoluta.

Esto daña y mina tu propia personalidad y estima, y de ahí viene el uso extremado de ciertas medicaciones que te van destruyendo poco a poco, pero no con la aceleración que sería de desear, dadas las circunstancias.

Volviendo al tema de la falta de plazas en las residencias oficiales de la Comunidad, la futura alcaldesa de Madrid por el PSOE ha reconocido que esta Comunidad es la más deficitaria de dichas residencias oficiales.

Esperemos que cuando ocupe su puesto reaccione de una manera positiva ante este problema y construya residencias suficientes en número y calidad para todos los que por desgracia las necesitamos.

Quisiera ahondar más en la cuestión de la administración de los dineros que hemos venido pagando durante toda nuestra vida para poder ser atendidos apropiadamente llegada la ocasión.

Tengo que decir que dinero hay para cubrir estos gastos, pues es bien sabido que año tras año los presupuestos establecidos siempre quedan sin haber sido empleados en su totalidad.

Ya es hora de que los que tienen la honra y la obligación más sagrada de atender a los ciudadanos de la tercera edad pongan manos a la obra y que cumplan con los que han sostenido la economía de su país con su trabajo y dedicación.

Y, por favor, no me hablen de dar prioridad a otras cosas como la emigración o terceros mundos, pues sería estúpido olvidar nuestras propias necesidades preocupándonos de otras causas ajenas a nosotros, pues eso sería pura demagogia empleada solamente por incompetentes.

Termino deseando que estas consideraciones no caigan en el vacío.

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