El teatro cantado de Paolo Conte
Uno de los programas más longevos de la radio musical española, Flor de pasión, de Juan de Pablos, termina siempre con Adriano Celentano cantando Azurro. La famosa canción italiana la escribió un abogado del Piamonte llamado Paolo Conte.
El jazz era la música de la libertad: 'Los fascistas habían prohibido la música norteamericana y los discos circulaban con títulos estúpidamente italianizados. Mis padres conseguían comprar algunos y partituras en el mercado negro'. El primer disco que escuchó era uno de Fats Waller. 'Probé el sabor de una gran sensualidad artística', dice Paolo Conte. Y al terminar la guerra se enganchó a una emisora francesa que emitía un espacio de jazz. Mientras estudiaba Derecho en Parma, tocó el vibráfono en bandas locales de jazz. De ahí su emoción al actuar hace unos años en el Blue Note, el histórico club de Nueva York.
Se ha dicho de Paolo Conte (Asti, 1937) que tiene el encanto italiano, la flema británica y la voz de un crooner estadounidense. En los años sesenta escribió sus primeras canciones. Las iban a grabar cantantes tan populares como Adriano Celentano (La coppia più bella del mondo) o Patty Pravo (Tripoli 69) y algunas se cuentan entre las más afortunadas del cancionero italiano actual: Come di, Via con me -usada en la película French kiss-, Gelato al limon -que adaptó Carlos Cano-, Genova per noi, Sotto le stelle del jazz...
En 1974 publica su primer elepé. Pasa inadvertido. El gran público le descubre en 1979 oyéndole cantar Gelato al limon. En los años siguientes llegarán discos como Paris milonga (1981), Appunti di viaggio (1982), Aguaplano (1987), Parole d'amore scritte a macchina (1990), 900 (1992) o Una faccia in prestito (1995), además de directos y recopilatorios. 'Con mi voz horrible y el tipo de canción pasada de moda que escribía, y que sigo escribiendo, he tenido dificultades, aunque desde el inicio encontré el favor de un público de élite que ha ido creciendo poco a poco', confiesa.
Conte, Premio Eugenio Montale a la creación poética en 1991, busca realizar la vieja enseñanza de la canción francesa: 'Escribir en tres minutos una pequeña obra de teatro'. 'La canción francesa ha sido siempre una escuela importante para los cantautores, en mi caso no sólo de Brel y Brassens, desde Aristide Bruant hasta Aznavour'.
Su disco más reciente, Razmataz, es una especie de comedia musical que se desarrolla en el París de principios del siglo XX. Un proyecto que le ha costado 30 años: contar el encuentro entre la joven música negra de Estados Unidos y la Europa de los años veinte. La fascinación de la vieja y cansada Europa por la negritud y el exotismo. En el París de Razmataz, en el que una joven bailarina negra de revista ha desaparecido de forma misteriosa, se cruzan una artista expresionista berlinesa, un gran modisto francés y una vieja inglesa que escribe novelas policiacas. De fondo sonoro: java, vals musette, swing... 'Los años diez y veinte contienen en grado máximo el espíritu del siglo XX, las grandes vanguardias artísticas del arte figurativo (dadaísmo, cubismo, expresionismo) o de la música (dodecafonismo, jazz). Inventos revolucionarios, como el cine, que nunca volverán a darse con semejante intensidad'.
En el DVD Razmataz hay 1.800 dibujos de Paolo Conte que ilustran la historia de las canciones como si fueran un story board. Un trabajo ya expuesto en el Barbican de Londres, el Museo Correr de Venecia o el Palazzo Bonoris de Brescia. Conte colaboró con el dibujante Hugo Pratt -autor de la portada de Parole d'amore...- en un espectáculo musical basado en las aventuras de Corto Maltés, personaje sobre el que tiene una teoría: 'Corto encarna a la mujer moderna'.
El personaje central de sus canciones es el europeo de posguerra. Hombres que escapan de una realidad gris y monótona por su capacidad para soñar. 'Escribo sobre el pasado porque lo conozco mejor. A las cosas recientes debería darles el tiempo suficiente para que adquirieran una forma sensible a la escritura artística'.
Conte, que no siente nostalgia de los días en que pisaba los tribunales, canta como si el mundo se hubiera detenido hace más de medio siglo. 'Toca una especie de música de cabaré de la Europa unificada, una mezcla de Weimar, tango, ritmos de habanera y estilo de chansonnier francés', escribió Ben Ratliff en The New York Times.
Descubrir a Paolo Conte es como encontrar un tesoro en el desván. Podría ser a través de la música que compuso para La flecha azul, la fábula de unos juguetes que se rebelan. 'Una hermosa historia para los niños, pero también buena para los adultos', dice este artista, que asegura no haber sentido nunca el deseo del éxito personal y sí en cambio haberlo hecho todo para que tuvieran éxito sus canciones.
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