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Signos

El pudor de la escritura

Los últimos años de la vida de Isabel García Lorca, recluida casi siempre a causa de la enfermedad en su casa de Madrid, la volvieron más locuaz. 'Tenía más necesidad de comunicarse, por eso se puso a escribir. Empezó por necesidad personal, no como efecto de una vocación literaria, aunque una persona tan crítica y culta como ella era imposible que volviera la espalda a la literatura. Sus memorias son las de una escritora. En su vida había demasiada literatura como para que no saliera a la luz', evoca Laura García Lorca, su sobrina.

Isabel siempre pretendió contar sus recuerdos sin adornos. 'Le preocupaba que el libro no valiera para nada. Tuvo dudas hasta el final. Era la primera lectora de sí misma y estaba sorprendida de los recuerdos, de cómo surgían', señala Laura. El carácter de Isabel guardaba mucha semejanza con el de su hermano Francisco. Ambos fueron discretos, probablemente abrumados por la sombra inmensa de Federico, y los dos dejaron sendos testimonios personales, en ambos casos publicados póstumamente. El de Francisco, Federico y su mundo, es un volumen clave en la bibliografía lorquiana. Además de los recuerdos de la época contiene algunos textos hasta entonces inéditos de Federico, como el hermosísimo Cómo canta una ciudad de noviembre a noviembre convertido en monólogo dramático por el actor Juan Echanove. Francisco también tuvo muchas dudas y estuvo tentado en varias ocasiones a destruir el manuscrito.

'La soledad de los suyos, de su generación fue lo que impulsó a escribir a mi tía', indica Laura García Lorca. 'No escribía a diario, pero cuando comenzaba un capítulo lo acababa de un tirón', agrega. Entre sus papeles personales no ha aparecido ningún otro ejercicio que atestigüe su sensibilidad por la creación literaria. Entre los de Francisco sí, una novela inacabada, de espíritu vanguardista, escrita en los años veinte y de la que había diferentes noticias de su existencia y que está en proceso de transcripción por parte de Juan Pérez de Ayala. Su título, en francés, es Roman en quinze jour á côté de la mer et après.

'Es muy difícil', resume Laura, 'reconocerse como escritor teniendo en casa a Federico. Además, eran muy autocríticos, exigentes y tímidos. Ella y mi padre se censuraban muchísimo'. Quedan, sin embargo, por encima de todas estas circunstancias particulares, dos testimonios, de un interés extraordinario.

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