Vivendi no cambia el 'modus operandi' de FCC
El grupo ha blindado su actividad frente a cambios de dueño o de estrategia en su socio francés
La intención del nuevo presidente de Vivendi de no vender su filial de servicios, Vivendi Medioambiente, e incluso de volver a ampliar su presencia en la misma, 'no varía un ápice el modus operandi de FCC', según fuentes de la constructora. Esther Koplowitz, su mayor accionista, se reservó en los sucesivos acuerdos con los socios franceses la última palabra en el grupo. FCC, al margen de las vicisitudes de Videndi, ha culminado esta semana de la ampliación de capital y la absorción de Valderrivas, y la entrada como operadora de handling en el aeropuerto de Bruselas, dentro de su objetivo estratégico de primar las actividades de construcción y cemento, internacionalización y servicios.
El grupo de Esther Koplowitz reordena los cementos y refuerza su despliegue internacional y en servicios con el aeropuerto de Bruselas
Esther, la mayor accionista de FCC y su referencia histórica, se ha comportado siempre 'como un caballero' con los socios franceses, dicen en el grupo, pero sin soltar del todo nunca las riendas del grupo. Así, en junio, en pleno estallido del conglomerado Vivendi Universal, prefirió no ahondar las heridas y optó por no ejercer su derecho a la venta o a la recompra de las acciones respectivas en B-1998, sociedad constituida por ambas partes cuatro años antes como titular del 56,57% del capital de FCC.
La desinversión parcial de Vivendi en su filial Vivendi Medioambiente, con la consiguiente pérdida de la mayoría en la misma, le daba derecho a ello. Koplowitz, sin embargo, prefirió no agravar los problemas de Vivendi y renunció a unas suculentas plusvalías por la recompra pactada de sus acciones a cambio de propiciar un golpe de timón en el primer grupo constructor español y redefinir su estrategia de futuro con un nuevo socio: Vivendi Medioambiente. Se acabaron las películas. Construcción, cemento y servicios, los cimientos originales del grupo, volvían a ser las prioridades.
Cláusulas de salvaguarda
Desde entonces, Vivendi Universal, acuciada por las deudas y la falta de liquidez, y ya con un nuevo presidente, ha ido variando su estrategia con respecto a su filial de Medioambiente, que sustituyó a la matriz como socio de referencia en FCC en los nuevos acuerdos de junio. Primero dijo que iba a vender y en las últimas semanas ha anunciado que su deseo es aumentar de nuevo su participación para alcanzar más del 50% del capital de Vivendi Medioambiente.
La incertidumbre sobre el futuro de Vivendi y Vivendi Medioambiente, en contra de lo que cabría esperar, no está teniendo excesiva incidencia sobre la marcha de FCC en su actividad ni en la Bolsa. La razón es que Koplowitz, en los nuevos acuerdos, logró incluir un voto de calidad para el presidente del grupo (que nombra el consejo de administración a propuesta suya) en las decisiones estratégicas de la compañía. Y además incorporó una cláusula que le vuelve a otorgar el derecho a comprar las participaciones de los franceses en B-1998 en 'el caso' de que Vivendi Medioambiente sea objeto de una toma de control (adquisición de una participación del 25% o más), que no cuente con su visto bueno, 'o que provenga de un competidor de FCC en España'.
La posición de Esther se ha visto, además, indirectamente reforzada por el giro que ha dado su hermana Alicia a sus inversiones. Morinvest, que controla sus inversiones, ha duplicado hasta el 2% en el último año su participación en FCC y Grucycsa (el holding inversor de FCC). Su retorno al grupo familiar, según fuentes de FCC, tiene un mero carácter financiero y es consecuencia de una rotación de su cartera en busca de valores más seguros en momentos de crisis de los mercados bursátiles. Así, mientras FCC ha pasado a representar un 2% de las inversiones de Morinvesten, el BBVA ha reducido su peso del 7,5% al 1%.
El grupo, enfrascado en llevar adelante su plan estratégico, cerró sin embargo el primer semestre con unos resultados ligeramente por debajo de los de sus principales competidoras. Aunque su facturación, 2.619,3 millones de euros, creció un 8% respecto a igual periodo de 2001, y su resultado ordinario, 223,7 millones, un 7,2%, el beneficio neto después de minoritarios (111,8 millones de euros) cayó un 8,3%. Este descenso se debió, fundamentalmente, a unos menores beneficios extraordinarios (en el primer semestre de 2001 vendió Safei al banco italiano Bipop), a una mala evolución de sus actividades en América Latina (especialmente en Argentina), a las provisiones realizadas en servicios, y a que aún no computan la fusión por absorción de Porland Valderribas en FCC (se ha cerrado en los últimos días de septiembre, aunque tendrá efecto con carácter retroactivo desde el 1 de enero de 2002).
Por otra parte, la cartera de obras y servicios de FCC, 14.333 millones a 30 de junio, está en sus máximos históricos, y la actividad internacional representa ya el 14,3% de su cifra de negocios. Ha invertido, además, en el primer semestre 300,5 millones de euros, un 58,4% más que en igual periodo de 2001. La compañía, que se ha hecho cargo de los servicios de handling del aeropuerto de Bruselas tras adquirir los activos que tenía la compañía Sabena, y ha reordenado sus actividades cementeras, anuncia ahora nuevas adquisiciones de empresas para potenciar el negocio de Grucysa.
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