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Reportaje:REPORTAJE

¿Qué ha cambiado en Marruecos?

En Marruecos, el jefe del Estado es también el comendador de los creyentes, y esa doble función del rey, política y espiritual, hace que sea prácticamente inmune a las corrientes islamistas existentes en otros países árabes'. Cuántas veces el periodista de paso o el diplomático recién llegado a Rabat habían oído esta frase en boca de políticos y altos funcionarios marroquíes. Desde el viernes 27 de septiembre no se atreven a repetirla.

Con todas sus imperfecciones, las elecciones legislativas celebradas hace diez días, las primeras del reinado de Mohamed VI, han proporcionado la primera radiografía en color relativamente precisa del reino alauí. El tono que predomina es el verde. Más allá del resultado oficial del escrutinio, proporcionado tarde e incompleto, Marruecos es islamista. Lo era ya en buena medida en la calle, y ahora también lo es en las urnas.

La abstención es un fenómeno urbano. Obedece también, en cierta medida, a la consigna de boicoteo dada por el movimiento islamista Justicia y Caridad
Pocos, excepto alguna publicación independiente, se atreven todavía en Marruecos a describir con tanta crudeza la realidad que han destapado las urnas

'No debemos disimular la verdad: los islamistas se han convertido, después de estos comicios, en la primera fuerza política', editorializaba el miércoles el semanario Al Ayam. 'La corriente islamista conservadora se adueña del Marruecos profundo'. Pocos, excepto alguna publicación independiente como ésta, se atreven todavía en Marruecos a describir con tanta crudeza la realidad que han destapado las urnas.

La nueva realidad es que el primer partido es el de los abstencionistas, aquellos dos millones largos que ni siquiera figuran en el censo y otros 6,72 millones que, aun estando inscritos, no se desplazaron a las urnas. La participación fue, oficialmente, del 51,61%, un porcentaje difícilmente creíble porque su desglose revela que la mayor afluencia en los colegios se produjo entre las cuatro y las siete de la tarde, algo que contradicen los testimonios de varios presidentes de mesa preguntados por observadores.

61% de analfabetos

Probablemente sólo un 35% de los marroquíes depositó una papeleta, pero la sexta parte (el 15,55% de los sufragios) fueron en blanco o nulos. Los electores, analfabetos en un 61%, no supieron cumplimentarlas correctamente o, acaso, quisieron protestar escribiendo, incluso, insultos.

La abstención es un fenómeno urbano. Mokadems, caids y demás autoridades locales incitan en las zonas rurales -donde reside el 45% de la población- a los campesinos a cumplir con su deber. El absentismo electoral revela además el hartazgo y el escepticismo de los marroquíes. Obedece también, en cierta medida, a la consigna de boicoteo dada por el movimiento islamista Justicia y Caridad, el de mayor capacidad de movilización en el reino alauí.

El segundo partido es el de Justicia y Desarrollo (PJD), unos islamistas supuestamente moderados, porque aceptan la monarquía, pero cuya doctrina social es aún más rígida que la de sus correligionarios de Justicia y Caridad, tachados, sin embargo, de radicales. El recuento oficial de votos obtenidos por la lista nacional de mujeres, la única que permite comparaciones -el PJD no se presentó en más de un tercio de las circunscripciones locales-, les coloca en un segundo lugar, empatados con los nacionalistas de Istiqlal, pero detrás de los socialistas.

No son ésos los números que obran en poder del PJD. En un país en el que ninguna formación se atrevió a desafiar con datos propios a un Ministerio del Interior que retuvo los resultados, At Tajdid, el órgano del partido islamista, aseguró el pasado martes en portada que su candidatura de mujeres había obtenido al menos 100.000 votos más que la siguiente lista más votada. 'Fue una advertencia a las autoridades de que si les aplicaban un tijeretazo excesivo, levantarían la voz', señala A. Jamai, director del semanario Le Journal.

Récord mundial de demora

El partido, que misteriosamente ya había renunciando a competir en 35 circunscripciones, aceptó, sin embargo, un cierto recorte, según fuentes allegadas a esa formación. Quedó segundo. Sólo estas transacciones con los islamistas y el reparto de su sobrepeso electoral entre las demás formaciones explican que unos resultados definitivos que debían haber sido anunciados en la mañana del sábado 28 de septiembre lo fueran finalmente el martes por la tarde, 90 horas después del cierre de los colegios electorales. Rabat batió así un récord mundial de demora.

A lo largo de esos cuatro días de negociaciones, los patinazos del Ministerio del Interior marroquí han sido múltiples y sabrosos. Uno de ellos consistió, el lunes por la noche, en pedir a la agencia de prensa oficial, MAP, que rectificara ligeramente el resultado provisional divulgado por el titular de Interior, Driss Jettu, pero sin citar a su departamento. La MAP publicó entonces una noticia en la que asegura que sus periodistas han efectuado un recuento propio en las 91 circunscripciones del país que arroja un resultado algo diferente.

Pese a la rebaja consentida, los islamistas -legales, como el PJD, o tolerados, como Justicia y Caridad- están convencidos de ser los vencedores morales de la consulta. La 'progresión verde' no sólo cuantioso sino que se concentra en el Marruecos útil y urbano, empezando por Casablanca, Salé o Tánger. Los resultados demuestran, afirmaba Omar Aharchane, secretario de las juventudes de Justicia y Caridad, 'que el pueblo marroquí es auténticamente musulmán y simpatiza con los islamistas'.

El poder creciente de los islamistas

UNA VICTORIA ISLAMISTA que en muchos países árabes, empezando por Argelia, ha sido un drama, en Marruecos es, por lo menos a corto plazo, perfectamente asumible desde el palacio real, donde de verdad reside el poder. Los que han ganado, el Partido de la Justicia y Desarrollo (PJD), profesan una ideología profundamente arcaica, pero son también pragmáticos, dispuestos a participar no sólo en la vida parlamentaria, sino también en el Gobierno a cambio de lograr algunos pequeños avances en la islamización de la sociedad marroquí.

Buena parte de los componentes de la anterior gran coalición, encabezada por los socialistas, del primer ministro Abderramán Yussufi, se inclinan por su reconducción porque, entre otros motivos, disponen de la misma mayoría parlamentaria. Sólo el líder de los nacionalistas del Istiqlal, Abas el Fasi, recuerda de vez en cuando que su partido 'coincide en algunos puntos' con el PJD, empezando por la necesidad de fortalecer 'el referente islámico' en la sociedad marroquí.

El entorno del monarca se debate entre dos opciones: favorecer el mantenimiento en el poder de los socialistas, que tan bien han servido al trono desde que entraron en el Gobierno, en marzo de 1998, o impulsar la entrada en el Ejecutivo del PJD para evitar que monopolicen la labor de oposición y mojarles en la gestión de los escasos recursos. Esta solución permitiría además demostrar a Occidente que los islamistas marroquíes son más integrables que otros.

'Es tan probable que participemos, como que no', responde Saadedin el Othmani, dirigente del PJD, cuando se le pregunta por su disposición a entrar en el Ejecutivo. 'Descarto, no obstante, la posibilidad de incorporarnos a un Gobierno en el que estén los socialistas'.

Después de haber centrado su campaña en atacar a Yussufi, parece difícil que socialistas e islamistas puedan ahora formar equipo. De ahí que quepa la posibilidad de que Istiqlal e islamistas sean el eje de una nueva mayoría con los socialistas en la oposición.

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