Un valor de la democracia
A estas alturas de democracia en España el debate no debiera ser religión sí o no, sino cómo debe estar la religión en la escuela pública. Además del deseo del 82% de los españoles, hay muchas razones para la información y la educación religiosa de las nuevas generaciones. Es lugar común que sin cultura religiosa no es posible interpretar el arte ni nuestra historia. Además, el estudio de la religión, aunque algunos fundamentalistas laicos se empeñen en negarlo, es necesario para comprender nuestra democracia, nuestra ética cívica y la propia tradición filosófica y científica.
La idea moderna de libertad, por ejemplo, a pesar de la oposición de la Iglesia al liberalismo, es impensable sin la existencia del cristianismo. Lo dice con ciencia el autor de Historia de la teoría política, George Sabine. La existencia y especificidad del cristianismo crea unas condiciones que serán de estricta necesidad para el surgimiento de los fundamentos de la conciencia política moderna: la conciencia, el sujeto individual y la libertad. '(...) El cristianismo planteó un problema que no había conocido el mundo antiguo -el problema de las relaciones entre Iglesia y Estado- y supuso una diversidad de lealtades y un juicio íntimo no incluido en la antigua idea de ciudadanía. Es difícil imaginar que la libertad hubiera podido desempeñar el papel que llegó a tener en el pensamiento político europeo, si no se hubiese concebido que las instituciones éticas y religiosas eran independientes del Estado y de la coacción jurídica, y superiores en importancia a ellos'. Así como el concepto de libertad, los de igualdad y fraternidad emergen políticamente articulados después de siglos de maceración histórica en una cultura cristiana, por supuesto, con sus críticas, conflictos y guerras.
A menudo la defensa del pluralismo y de la democracia se hace sobre la indiferencia o el rechazo a la religión. Parece que religión es igual a dogmatismo e irracionalidad. Es bueno hacernos eco de la resolución Religión y Democracia del Consejo de Europa, donde dice que son mutuamente necesarias: 'La democracia proporciona el mejor marco a la libertad de conciencia, al ejercicio de la fe y al pluralismo de las religiones. Por su parte, la religión, por su compromiso moral y ético, por los valores que ella defiende, por su sentido crítico y por su expresión cultural, puede ser un complemento valioso de la sociedad democrática'.
El mundo, lejos de cumplir la cientista previsión de Comte, continúa siendo tan religioso como siempre, y la religión, en particular a partir del 11-S, es un componente esencial de la escena geopolítica mundial. Estudiar religión es necesario en esta aldea global, precisamente para truncar la hipótesis del choque de civilizaciones. Urge un diálogo interreligioso desde las propias tradiciones, que si por algún lugar comienza es por el conocimiento de las religiones de 'los otros'. ¿Es posible construir la convivencia y el diálogo que necesitan las políticas de inmigración obviando la cuestión religiosa? Radicalizar el proyecto democrático requiere conocimiento y diálogo interreligioso. No sólo es necesaria la información religiosa, sino también la educación. Uno de los grandes desafíos del sistema educativo, más en primaria y secundaria, es la educación en valores. Para ello no basta la transversalidad. Hay que mejorar la tutoría, potenciar el espacio escolar no reglado y promover de forma específica la ética cívica y la religión confesional. La ética cívica, como ética compartida propia de una sociedad democrática y de un Estado social y de derecho, es una asignatura necesaria en sí misma, no como alternativa de la religión. Por ello comparto con otras voces que no deben quedar exentos de ella los alumnos de religión. También es necesaria de forma opcional la religión como educación, esto es, como formación en unas actitudes para interpretar el mundo y para vivir y actuar en la vida. En este sentido creo que el área de conocimiento debiera combinar no dos, sino tres asignaturas: Cultura religiosa, Ética cívica y Religión confesional -según tradiciones-. Tendrían diferente peso relativo en función de la elección o no de la religión confesional por el alumno.
Los modos de contratación y el estatuto de los profesores pactados entre los obispos y el Gobierno del PP para esta área debe ser, en efecto, revisada. Los profesores de la religión confesional habrían de reunir como requisito previo la autorización del obispo dentro del perfil académico exigible. Pero, una vez incorporado a la plantilla, su estatuto y su relación con la autoridad educativa debe ser igual al del resto del profesorado, eliminando tanto la discrecionalidad de la autoridad eclesiástica como la situación de precariedad laboral y de cuerpo extraño que caracteriza su presencia en los centros. Es hora de atreverse a pensar sin prejuicios y dogmatismos aunque se revistan de laicidad. Sapere aude!, como decía la máxima del gran filósofo ilustrado Kant, que, por cierto, era cristiano.
Carlos García de Andoain es coautor con Ramón Jáuregui de Tender Puentes. PSOE y Mundo Cristiano. Editado por Desclée y la Fundación Pablo Iglesias.
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