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Tribuna:EL DEFENSOR DEL LECTOR
Tribuna
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La realidad y el libro

El Libro de estilo 'contiene normas de obligado cumplimiento para todos los cargos del periódico', según se advierte en una nota inicial.

Ese mismo texto recoge el término 'islamista', al que define como 'estudioso del islam', y añade que no debe confundirse con 'islámico, que se refiere a lo que pertenece al islam y a quien profesa esta religión'.

En los últimos días y con ocasión de las elecciones en Marruecos, el periódico ha publicado en repetidas ocasiones y en titulares muy destacados la expresión 'partidos islamistas' para referirse a las formaciones políticas de carácter integrista en aquel país.

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La contradicción con la norma interna del periódico es evidente, pero, a la hora de la verdad, el problema es más complicado de lo que parece a simple vista.

Por de pronto, el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia, en su última edición, acoge la voz islamista con dos acepciones: 'Perteneciente o relativo al integrismo musulmán. 2. Partidario de dicho movimiento'.

El Diccionario del Español Actual, de Manuel Seco, define el adjetivo islamista de manera más contundente: 'Integrista musulmán'.

¿Qué hacer ante esta realidad? Si a ello se añade que toda la prensa internacional utiliza el término islamista como sinónomo de integista o radical, la situación no parece fácil.

El Defensor ha pedido opinión a Alberto Gómez Font, licenciado en Filología Árabe y coordinador del departamento de Español Actual en la agencia Efe, donde se presta especial atención a los asuntos del idioma. Gómez Font piensa que 'hay que aceptar que, en este momento, el 99% de los hispanohablantes, al oír la palabra islamista, piensan en un integrista o extremista musulmán, y muy pocas personas relacionan islamista con el estudioso del islam'.

Gómez Font añade que se trata de un neologismo que se ha introducido en todas las lenguas de cultura, incluido el árabe, que ha acuñado el término islamyún para designar a los integristas musulmanes.

Ante esta situación parece poco razonable empecinarse en mantener la definición interna del periódico contra viento y marea. Lo razonable, como ha ocurrido en tantas ocasiones, es discutir el asunto en la próxima revisión que se haga del Libro de estilo y, mientras llega, admitir que se siga escribiendo islamista tal y como de manera natural se ha impuesto en el uso diario del periódico.

Otro problema que ha generado la aparente colisión entre norma y uso ha aparecido al escribir el término abertzale. La última edición del Diccionario de la Academia ha castellanizado el término y escribe 'aberzale', indicando que viene del euskera abertzale, patriota. Durante los últimos meses, el periódico lo ha escrito así en numerosas ocasiones, aunque no siempre, y ello ha provocado la duda de algunos lectores que quieren saber si ha cambiado la norma interna del periódico.

El Libro de estilo recuerda que 'en vascuence' significa 'patriota, y, por extensión, nacionalista', aunque añade que 'ni etimológica ni conceptualmente' son sinónimos. Añade que es preferible escribir 'términos más precisos: nacionalista, independentista'.

Aquí parece que el uso también debe imponerse. La mayoría de los castellanohablantes, con mejor o peor pronunciación, dicen abertzale, porque el término se ha acuñado con su carga política concreta, para referirse a partidos radicales o extremistas dentro del ámbito vasco. Algo que, por cierto, ha provocado más de una queja de políticos del PNV y de EA, que se remiten al origen del término en euskera, y reclaman para sí la significación de 'patriota', alegando que no debe dársele en exclusiva a los partidarios de HB o Euskal Herritarrok.

Ese uso generalizado, al margen de discusiones políticas, hace recomendable seguir escribiendo la palabra en cursiva, tomada directamente del euskera, salvo que se siga la recomendación de sustituirla; algo que, en la realidad diaria del periódico, puede ser bastante complicado, sobre todo en los titulares, donde resulta ineludible ahorrar palabras por razones de extensión y de claridad.

Y sigamos con cuestiones de idioma. Lamentablemente el terrorismo obliga a informar con cierta frecuencia de coches bomba o de artefactos que estallan.

Deflagración

En esas informaciones, para evitar repetir el término, suele emplearse 'deflagración' como sinónimo de explosión. Un lector, Carlos Echeverría, ha escrito al Defensor para recordar que el término es incorrecto con ese pretendido significado.

El Diccionario de la Academia define deflagrar, referido a una sustancia, como 'arder súbitamente con llama y sin explosión', justamente lo contrario a lo que quiere expresarse cuando se usa erróneamente.

También el Libro de estilo advierte de este uso incorrecto. El lector no sólo señala la equivocación, sino que recuerda que 'estallar' y 'estallido' son sinónimos correctos para evitar que se repita explosión en un mismo texto.

Y por acabar con cuestiones de idioma: esta última semana han sido varios los lectores que han protestado por el uso de términos en inglés. Una protesta muy justificada, porque proliferan en el periódico de forma alarmante.

Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electrónico (defensor@elpais.es), o telefonearle al número 91 337 78 36.

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