Cuatro formas de pensar la partitura
En su segundo concierto para el festival alicantino, la Orquesta Nacional, dirigida por Arturo Tamayo, preparó un programa pleno de interés y medido en sus contrastes. Ya tenía su atractivo comenzar la audición con una obra maestra para instrumentos de viento como son las Sinfonías, de Stravinski, en homenaje a Debussy (1920) y cerrarlo con otra página también cualificada para orquesta de arcos que, si no me equivoco, era estreno en España: Shaar (Puerta), de Xenakis, dada a conocer en 1983 en Tel Aviv por la Orquesta Sinfonietta de Jerusalén, dirigida por el argentino Juan Pablo Izquierdo. Obras ambas altamente sintéticas, aunque obedientes a pensamientos esencial y prácticamente diversos, que fueron bien explicados por Tamayo y la ONE, especialmente los del compositor griego: suma concentrada de acciones sonoras ordenada por la fuerza de los vértices de tensión.
Entre estos dos polos conocimos L'image, para violonchelo y orquesta, del barcelonés José Luis Delás, quien parte, según su confesión, de incitaciones de Samuel Beckett para arribar al concepto de Walter Benjamin sobre la 'imagen del pensamiento'. Dentro de todo el proceso compositivo y latido de su pulso es la bella parte de violonchelo que asumió con rigor y refinamiento Katherine Daserno, intérprete sensible y objetiva. En fin, las Tres miradas del alma, del argentino Daniel Zimbaldo (Rosario, 1955), suponían un nuevo contraste desde su inteligente juego de 'miradas sonoras' (pensante, sentiente y consciente, según el autor) y en sus resultados de clara diversificación y trasparentes interrelaciones y poético ideal sonoro. Largos aplausos subrayaron cada obra y el trabajo ejemplar de maestro y orquesta.
Babelia
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