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Reportaje:

Inquilinos por sorpresa

Un grupo de familias de etnia gitana 'okupa' un edificio de apartamentos deshabitados en el centro de Benidorm

Han colocado una herradura en la pared y se han encomendado a la buena suerte. Son un grupo de familias de etnia gitana, con una veintena de niños, que han ocupado el inmueble de apartamentos que ha estado cerrado los últimos años en el número tres de la Avenida Vía Emilio Ortuño, en el centro de Benidorm. 'Nuestros pensamientos son buenos. No armamos escándalo y vamos a limpiar y pintar el edificio. Queremos vivir estables, tranquilos y en paz. No somos unos caraduras. Estamos dispuestos a pagar un alquiler a nuestro alcance, de unas 20.000 ó 25.000 pesetas. Deseamos integrarnos en la sociedad. No nos debemos discriminar unos a otros', declaran algunos de los okupas en un desvencijado salón de la finca.

Los turistas en bañador que toman el sol en las terrazas del hotel Bristol Park, al otro lado de la calle, siguen con la mirada el trajín de los nuevos vecinos, que tratan de convertir en habitables estos estudios detartalados y sucios por el paso del tiempo. 'Si tuviera para pagar la entrada de un piso, cogería uno a mi gusto, con cuatro habitaciones, dos baños, salón y hasta piscina. Pero cuando no hay lomo, tocino como', explica Tomás, de 30 años, uno de los cabezas de familia que ha invadido el inmueble. Tiene cuatro hijas, de once, nueve, siete y un año. 'Por buscar al varón, mire la cuadrilla que hemos juntado ya', explica sonriendo.

El grupo de calés puso fin a su nomadeo tradicional y se instaló el martes en el bloque citado, de tres alturas, que linda con la sede local de la Confederación Empresarial de la Provincia de Alicante y con las oficinas de la patronal hotelera Hosbec. El bloque está a un tiro de piedra de la playa, con vistas al parque de L'Aigüera y al conjunto singular de obras que albergará el nuevo Ayuntamiento. Un gran cartel rojo de Bingo en la terraza superior del inmueble tomado anuncia la sala de juegos L'Aigüera, que opera en sus bajos.

El propietario del edificio es Agustín Mingot, regente del concesionario Renault en la capital turística. Mingot hacía ayer gestiones judiciales para tratar de recuperar la finca, según admitió un hermano en la sede automovilística. Este allegado restó importancia a la ocupación y comentó que el fenómeno de 'la patada en la puerta' es algo usual en España.

Los nuevos habitantes han declarado que algunas de sus mujeres han ido ya varias veces 'hace dos años, hace seis meses y semanas atrás' a hablar con Mingot para que les alquilara los apartamentos, 'pero no ha querido atendernos'.

Los invasores entienden que han penetrado en una propiedad privada, 'pero si el dueño tiene un poquito de sentimiento, comprenderá que no podemos vivir a la intemperie, dormir en los coches o en chabolas. Adecentaremos esto y él también se beneficiará. Parte de los niños están escolarizados y lo que buscamos es vivir como personas'. Añaden que las asociaciones gitanas a las que han recurrido 'se pasan la pelota' y se quejan de que los servicios sociales de Benidorm no se han interesado por ellos. El asunto se ha judicializado y los okupas le piden al juez 'que haga el favor de compadecerse, que se ponga la mano en el pecho, que hay muchas criaturas y no tenemos un techo digno'.

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