John Baptist Wu, máxima autoridad católica de Hong Kong
La muerte ayer, tras una larga enfermedad, del cardenal John Baptist Wu, la máxima autoridad católica en Hong Kong, abre la incógnita sobre el futuro de las complicadas relaciones entre la Iglesia de Roma en la Región Administrativa Especial y las autoridades de China. Wu, de 77 años, fue ordenado sacerdote en 1952. El fallecido se convirtió en 1988 en el primer religioso católico del territorio en acceder al cardenalato. El pasado año, Wu, un declarado defensor de los derechos humanos, criticó al Gobierno de Hong Kong por la persecución emprendida contra los miembros del grupo espiritual Falun Gong. Además, en 2000, el religioso ofició la polémica canonización de 120 santos chinos y de otros países, a pesar de la oposición de las autoridades de China.
La muerte de Wu pone en cuestión el futuro de las relaciones de la Iglesia católica de Hong Kong con China, tras su inmediata sustitución por el obispo Joseph Zen, a quien Pekín prohibió la entrada en el país tras acusarle de ser un agente del Vaticano. El pasado sábado, Zen, que en 1996 fue designado sustituto de Wu por el papa Juan Pablo II, acusó al Gobierno de Hong Kong de ser una marioneta al servicio de Pekín, y alertó de la falta de derechos humanos y de la pérdida de libertades en el territorio, incluida la religiosa.
Las relaciones entre el Vaticano y China, que en 1950 declaró ilegal a la Iglesia católica, empeoraron en 1999, cuando Pekín impidió que el Papa visitara Hong Kong, debido a los lazos que Roma mantiene con Taiwan. El Papa expresó ayer su tristeza por el fallecimiento del cardenal Wu, del que resaltó su fidelidad a la Iglesia de Roma y agradeció el trabajo realizado para favorecer la comprensión entre los católicos chinos. Unas 3.900 personas fueron bautizadas el pasado año en Hong Kong, territorio donde la Iglesia católica cuenta con unos 224.000 fieles. Con la muerte de Wu, el colegio cardenalicio baja a 172 miembros, de los que sólo 115 pueden participar en un cónclave, al tener menos de ochenta años. Los otros, al superar esa edad, no pueden elegir Papa, aunque sí pueden ser elegidos sucesores de Pedro.-
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