El Celta vence sin despeinarse

Al Recreativo le pudo ayer la inocencia. Más que frente al Celta, un rival que pese al resultado final nunca alcanzó un vuelo muy alto, el Recre se topó con su incapacidad: para marcar, cuando tuvo oportunidades, o para tapar huecos, en las escasas acometidas del equipo gallego. Sobre el Recreativo, debido a su reiterada fragilidad de cristal en este inicio de temporada, comienza ya a planear peligrosamente una sombra: la del descenso. Los recreativistas presentan un currículo devastador en estos tres partidos: tres derrotas y nueve goles en contra. Enfrente, el Celta cuenta por victorias sus compromisos hasta el momento.

El primer tiempo discurrió con un fútbol impreciso, como jugado a trompicones, de permanentes rechaces. Ninguno de los dos equipos controló abiertamente en ese periodo el partido, pero el Celta demostrró siempre un perfil más técnico, más agresivo y de mayor solvencia. El gol de Mostovoi, en el minuto 44, fue como una cuchillada para el equipo local. El balón, despejado inocentemente por Álex, llegó al ruso, media punta céltico, que fulminó de un fuerte disparo al portero local, César, que atraviesa un lamentable momento de baja forma. El Recreativo empujó en este periodo más que los gallegos, que cedieron terreno, confiados en sus posibilidades. Cavallero, en una tarde tocada por la gracia, detuvo dos envíos envenenados de Quique Romero y Raúl Molina.

El segundo periodo tuvo un momento de inflexión. El Recreativo pudo haber empatado, de penalti, en el minuto 62, con el 0-1 aún en el marcador, pero Cavallero, detuvo el fuerte pero inocente lanzamiento de Oscar Arpón. A partir de ahí se acentuó el drama local. El Recre no pudo. Ni con su inexperiencia, ni con su desesperación, ni con su miedo. El Celta no tuvo nunca una noche inspirada pero apunta hacia arriba en la tabla. Los visitantes jugaron agazapados, dejando entrever su fútbol con avaricia, a cuentagotas. Pero golearon al final con los goles de Mostovi y McCarthy y controlaron siempre el juego frente a un rival que parece de juguete. Los partidos comienzan a ser un suplicio para los seguidores onubenses.