Riesgo y seguridad a la carta
Cómo fabricar un fondo de inversión mixto a medida del partícipe
De un volumen total gestionado en los fondos nacionales mixtos de renta fija a 31 de diciembre de 1999 de 14,23 millones de euros se ha pasado a otro, en la actualidad, de 6,93 millones de euros. La caída patrimonial supera el 50%. De un patrimonio en los fondos nacionales mixtos de renta variable de 13,91 millones de euros a 31 de diciembre del 2000 a otro, el pasado 31 de agosto, de 8,15 millones de euros. En los fondos mixtos internacionales, su evolución tan sólo ha sido menos mala, con caídas en los dos últimos ejercicios de su volumen gestionado superiores, en ambos casos, al 40%.
Aunque parte de estos descensos tienen su justificación en las pérdidas registradas, de forma general, por los mercados de valores, la realidad es que la caída, también en picado, del número de sus partícipes, avala la teoría de que los inversores están rechazando este tipo de fondos.
Los expertos suelen recomendar, en épocas de inestabilidad bursátil, por un lado, calma y, por otro, modificar las estrategias inversoras
Caída general
En diciembre de 1999, los fondos mixtos nacionales de renta fija contaban con 737.699 partícipes; en agosto del 2.002 su número total es de 328.935. En los fondos mixtos nacionales de renta variable se ha pasado de un máximo de 570.363 partícipes a un mínimo actual de 439.217 inversores. En los fondos mixtos internacionales, de nuevo, la caída ha sido algo menor.
El hecho de que los fondos mixtos pierdan adeptos no significa, sin embargo, que su filosofía -combinar riesgo y rentabilidad asegurada- no sea buena. Los particulares pueden, en función de sus expectativas de mercado y su mayor o menor capacidad de aceptar los riesgos, crearse sus propios fondos mixtos, combinando los Fiamm (rendimientos siempre positivos, estimados en un 3% anual) con otros de renta variable.
Respecto al riesgo, el partícipe debe tener claro qué parte del capital que invierte está dispuesto a perder. Si no desea perder nada en los próximos 12 meses, incluso si los mercados de valores llegan a ceder otro 15%, tendrá que optar por una cartera de fondos en los que, al menos, el 90% de su patrimonio se coloque en un Fiamm. En el ejemplo adjunto se ve que, en un plazo anual, ni siquiera en una situación bursátil mala (la Bolsa baja otro 15% sobre lo que ya ha cedido en los tres últimos años) se llega a perder dinero si el fondo mixto construido invierte como máximo un 10% en renta variable. A cambio de esta seguridad, y en un supuesto mucho más halagüeño para las bolsas (suben un 15%), su rentabilidad será mucho menor, tan sólo de un 4,2%.
Si el inversor está dispuesto a asumir un gran riesgo puede optar por construirse un fondo mixto con escasa presencia de los Fiamm y alta de los fondos de renta variable (por ejemplo, una proporción 10%-90%). Si los mercados van bien, sus ganancias serán muy elevadas y, si van mal, sus pérdidas serán de gran importancia (veáse cuadro).
Respecto al plazo, el ahorrador debe tener claro que, en principio, cuanto más amplio sea éste más difícil será que la parte invertida en renta variable genere pérdidas. Si en lugar de considerar un año como horizonte temporal de la inversión se ampliara el plazo hasta los tres años, las distancias en lo que a rentabilidad se refiere en el caso de que los mercados de valores evolucionaran claramente al alza serían mayores en beneficio de las carteras de fondos con mayor proporción de renta variable.
Si los mercados de valores subieran en conjunto en un trienio un 15%, la diferencia entre apostar crear un fondo mixto prácticamente de renta variable pura (10% en Fiamm-90% en bolsas, nacionales o internacionales) y otro más conservador (70% enFiamm-30% en renta variable), con una rentabilidad neta para los fondos de dinero del 3% anual, sería de 2,5 puntos porcentuales a favor del primero. Si la situación fuera la contraria -los mercados perdieran en ese mismo plazo un 15%-, la primera composición de fondos perdería de media más de un 12%, mientras que la segunda conseguiría una ganancia del 3,1%, lo que supone una diferencia muy sustancial.
Escenarios diferentes
Si los mercados de valores subieran en conjunto en tres años, en este supuesto, un 30%, la diferencia entre apostar por crear un fondo prácticamente de renta variable pura (10% Fiamm-90% bolsas, nacionales o internacionales) y otro con menos riesgo (70/30), sería de algo menos de 12 puntos porcentuales a favor del primero. Si la situación fuera la contraria -los mercados perdieran en ese mismo plazo un 30%-, el primer grupo de fondos perdería de media prácticamente un 16%, mientras que el segundo reduciría sus minusvalías hasta el 1,4%.
En épocas de inestabilidad bursátil, los expertos suelen recomendar, por un lado calma y, por otro, y siempre que sea posible, modificar las estrategias inversoras. La cuestión fiscal -el todavía obligatorio pago de impuestos sobre las ganancias obtenidas por la venta de participaciones en fondos de inversión- ha frenado, en más de una ocasión, a más de un partícipe a la hora de cumplir la segunda de las recomendaciones. A partir del próximo 1 de enero, sin embargo, cambiar de fondo de inversión no tendrá ningún tipo de trascendencia fiscal.
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