El ahorro cuesta muy caro
Los productos sin riesgo tampoco garantizan una ganancia real por los bajos tipos, la elevada inflación y los impuestos
Ahorrar es un mal negocio. Los ahorradores que huyen de los riesgos de unas bolsas en valores mínimos del año no encuentran en su escapada ninguna fórmula que les permita mantener el poder adquisitivo de su dinero. Cuentas corrientes, depósitos, letras, bonos del Estado, seguros de vida o fondos de inversión sin riesgo no consiguen ofrecer la rentabilidad suficiente que les permita neutralizar la subida de los precios.
En los últimos doce meses sólo los fondos que invierten en inmuebles ofrecen ganancias reales a los ahorradores
No sólo en la Bolsa se pierde dinero, y mucho. Los habituales productos de ahorro tampoco son la solución ya que es imposible rentabilizar de manera adecuada el dinero. Cualquier tipo de ahorro debe marcarse como objetivo que los euros no pierdan su capacidad de compra con el paso de los años. Pero este principio básico y en teoría poco codicioso es ahora un objetivo imposible.
Los tipos reales que percibe el inversor (tipos nominales menos la inflación) son negativos. Si a estos tipos se restan los impuestos y los costes de estas formas de ahorro el resultado es desalentador: ahorrando se pierde dinero. 'Con la inflación actual, cualquier inversión ligada a los tipos de interés supone una pérdida del poder adquisitivo', afirma Joaquín Casasús director general de la firma Abante Asesores.
Los culpables de esta situación de pérdida de poder adquisitivo del dinero ahorrado son la elevada inflación de la economía española y los bajos tipos de interés que marcan la rentabilidad de los productos sin riesgo. El dato de inflación de agosto conocido la semana pasada sitúa el nivel de los precios en España entre los más elevados de la zona euro con el 3,6% en tasa interanual. Una inflación que supera al tipo de intervención del Banco Central Europeo, situado en el 3,25% y cercana a la rentabilidad que ofrecen los bonos a 10 años que el Tesoro colocó el pasado mes de agosto en el 4,76%.
Las populares letras del Tesoro se subastaron este mismo mes de septiembre con un tipo del 3,22%, claramente insuficiente para absorber la subida de la vida. Así, inflación alta y tipos bajos se convierten en un cóctel fatídico para los ahorradores.
El 'café para todos' de los tipos de la eurozona, mientras que cada país registra su propia inflación, explica las diferencias en las rentabilidades reales de las distintas economías. Cuando cada banco central marcaba sus tipos cabía la posibilidad de ajustarlos a las diferentes subidas de precios. Ahora, ya no es posible. Una contradicción que se vive en la política monetaria europea. Alemania necesitaría tipos de interés más bajos para estimular su economía, mientras que en España la amenaza inflacionista aconsejaría un precio del dinero tal vez algo más elevado.
Mejor el ahorrador alemán
Los ahorradores de países más inflacionistas como España, Portugal o Irlanda se encuentran con tipos reales negativos en prácticamente todos los plazos y todos los productos financieros. A la cabeza se coloca Irlanda donde colocar dinero a tres meses, supone perder sólo por la inflación el 1,21% del dinero depositado. Por el contrario, Alemania o Francia, dentro de la eurozona, todavía dan ganancias a sus ahorradores.
El caso alemán es el más positivo con una rentabilidad real a tres meses de 2,29 puntos, tasa posible por la baja inflación de esta economía. Uno de los inconvenientes de la creación del euro, que se convierte en ventaja cuando en vez de ahorrar se pide dinero prestado a las entidades financieras. Por tanto, endeudarse, pedir dinero prestado a una entidad financiera, es ahora mucho más rentable que ahorrar.
Pero esta situación de bajos tipos de interés que responde a la debilidad de las economías es un mal que afecta a todo el mundo. En Estados Unidos, por ejemplo, los tipos a tres meses están sólo 0,03 puntos por encima de la inflación. En Japón esta diferencia positiva es de 0,86 puntos y en el caso de suiza de 0,25 puntos. Unas ganancias muy cortas que sumadas a las fuertes caídas de las bolsas mundiales evidencian la difícil situación por la que pasa el mundo del ahorro.
En este contexto tan cicatero para el ahorrador, destaca la situación del Reino Unido donde tanto en plazos cortos de tres meses como en los dos años, el ahorrador consigue una rentabilidad real en torno a los 3 puntos. Su no pertenencia al euro, permiten al Reino Unido ir por libre y ofrecer a sus ahorradores las mayores rentabilidades reales de Europa.
Situación cambiante
Una fotografía de la situación de los tipos reales que, lógicamente, se presta a cambios y que está en continua evolución. En un escenario menos inflacionista para las economías y con una situación de mantenimiento de los tipos de interés, las rentabilidades subirían, permitiendo que algunos productos o activos volvieran a la senda positiva.
Una cuestión muy a tener en cuenta si se suscriben productos a medio y largo plazo donde hay que valorar la inflación acumulada en varios ejercicios ya con la seguridad de una rentabilidad permanente para ese periodo de tiempo. La rentabilidad nominal del bono a 10 años que se ofreció en agosto al 4,76% supone ahora una ganancia real de sólo el 1,6%. Sin embargo, si la inflación baja al 2%, la ganancia real ya se elevaría hasta el 2,76%, eso sí, sin contar impuestos ni gastos.
Productos
El repaso por los distintos productos que se ofrecen al ahorrador español muestra esa falta de alternativas. Por ejemplo, durante el pasado mes de julio, la rentabilidad media que ofrecieron a sus clientes las entidades financieras en depósitos a largo plazo se elevó hasta el 3,18% de media. Una rentabilidad insuficiente para cubrir la subida de la vida y que, además, luego debe pasar por el importante tamiz de los impuestos y de los costes.
Algo parecido sucede con las cuentas corrientes con una rentabilidad media del 0,05% que se eleva hasta el 2,04% cuando se trata de imposiciones destinadas a la adquisición de vivienda. Unas cuentas que, además, soportan comisiones por mantenimiento o realización de operaciones que superan numerosas veces al propio interés que ofrecen.
La escasa rentabilidad de los productos bancarios está provocando ya que las entidades financieras atraigan a los ahorradores mediante promociones de regalos. En estos días el Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA) ha reiniciado este camino. Una forma de atraer a un ahorrador que empieza a ser consciente de que tener una cuenta corriente resulta gravoso y el regalo puede ayudar a hacer más llevadera esta situación.
La rentabilidad anualizada de los fondos de inversión a finales de agosto, arrojaba que 6 categorías se encontraban en positivo frente a 14 en pérdidas. La única de ellas que superaba la inflación era la de los fondos inmobiliarios que acumulan una ganancia del 7,93%. El resto, fondos de dinero (2,6%), fondos de renta fija a corto plazo (2,74%), fondos de renta fija a largo plazo (3,32%), fondos garantizados de renta fija (3,54%) y fondos garantizados de renta variable (0,22%) no logran en los últimos doce meses ofrecer una rentabilidad real positiva al inversor. En este caso ya no hay que descontar los costes, pero sí los impuestos sobre estas cortas ganancias.
El resto de fondos de inversión que están ligados de una u otra manera a la evolución de los mercados se encuentra ofreciendo abultadas pérdidas que, comparativamente, hacen buenas las rentabilidades reales negativas de los fondos con ganancias.
Margen de maniobra
Con las bolsas en fuertes pérdidas y los productos sin riesgo con ganancias reales negativas, las soluciones para el ahorrador se antojan muy complicadas.
'Los inmuebles podrían ser una solución para el ahorrador pero se encuentran en el nivel máximo de una burbuja. No hay alternativas claras y, al final, habrá que volver a la Bolsa para obtener rentabilidades reales positivas. De mantenerse la situación actual, creo que los ahorradores retornarán a los mercados buscando esa ganancia que se deberá sostener tanto en la revalorización de las acciones como en el cobro del dividendo', apunta el director general de Abante Asesores.
También existen visiones más pesimistas en esta ecuación entre inflación y rentabilidad. Stephen Roach, economista jefe y director de análisis económico global de Morgan Stanley dibujó esta semana un panorama desolador para la economía de Estados Unidos en los próximos dos años. Espera que tras el pinchazo de la burbuja bursátil le sucedan el del dólar y el del mercado inmobiliario.
Roach ve graves riesgos de deflación en esta economía con bajadas de precios generalizadas que deberá atajarse con tipos de interés aún más bajos que los actuales. Así, en el panorama que dibuja este experto la inflación ya no será un problema, pero los tipos deberán tender a cero, con lo que conseguir una ganancia positiva será también misión imposible. Un hipótesis que llevaría a Estados Unidos a pasar por las mismas calamidades que la economía japonesa en la última década.
Lo más oportuno es esperar a que las economías se recuperen sin desequilibrios y, por tanto, con una inflación controlada. La alternativa de la Bolsa parece que tardará en cuajar y, mientras, no queda otro remedio que ver cómo el dinero ahorrado va perdiendo día a día valor.
La estrategia de endeudarse
El perverso efecto de una rentabilidad baja y unos precios al alza tiene su lado positivo en el abaratamiento de los préstamos. Es la parte positiva de esta situación de la coyuntura entre los tipos y la inflación. Por tanto, ahora es un momento para solicitar dinero a las entidades financieras. Un aspecto positivo que lamentan, sin embargo, aquellos que en vez de necesitarlo tienen un excedente y no saben cómo sacarle un rendimiento atractivo. Los índices
euribor
y
mibor
que sirven de referencia para fijar la mayor parte de los tipos hipotecarios a interés variable registraron el pasado mes de agosto su tercera caída consecutiva. Así, el
euribor
se encuentra en el 3,44%, mientras que el
mibor
se sitúa en el 3,43%.
Estos niveles son ligeramente superiores a los mercados en diciembre del pasado año, pero han dado un cambio claro de tendencia desde que en el pasado mes de mayo marcaron su máximo anual. Entonces, se esperaba una pronta recuperación de las economías. Sin embargo, la continua caída de la confianza en una mejoría de las economías europeas explica este recorte de las rentabilidades que suponen un alivio para aquellos que en estos meses han revisado su crédito hipotecario o los que estén ahora mismo formalizando una hipoteca. Una rebaja que también se extiende aunque con menos intensidad a los créditos que se conceden al consumo y que al carecer de garantía tan importante como la vivienda se comercializan a tipos más altos.
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