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Reportaje:

Jordi Pujol, de cerca

Ramon Pedrós, ex jefe del Gabinete de Prensa del presidente de la Generalitat, publica un perfil no autorizado

Francesc Valls

¿Tiene sentido del humor Jordi Pujol? ¿Es irascible? ¿Qué concepto tiene de los medios de comunicación? ¿Por qué en ciertos viajes algunos de sus hijos, los dedicados a los negocios, le acompañan? Quien da respuesta a buena parte de estas preguntas es un periodista que durante 10 años -entre 1988 y 1998- ha encabezado el Gabinete de Prensa de Presidencia de la Generalitat. Ramon Pedrós (Lleida, 1947), en su libro La volta al món amb Jordi Pujol, editado por Planeta, traza un perfil no autorizado del que desde hace 22 años es presidente del Gobierno catalán.

'Se trata de un personaje extraordinario e irrepetible, a quien la duda horroriza; y eso es lo que intento explicar en una obra que no quiere ser de denuncia', explica Pedrós, que ha trabajado en Abc, RTVE y Efe. 'Y como Pujol, tal como explica su esposa, Marta Ferrusola, es géminis, pues resulta contradictorio', agrega.

El presidente y su entorno decidieron que Mas debía dar continuidad al pujolismo
Pujol se ha mostrado convencido de que sus hijos tenían derecho a trabajar para el Gobierno
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- La familia. La falta de sintonía entre algunos hombres del entorno de Pujol y la familia ha sido definitiva a la hora de prescindir de los servicios de los primeros. 'Joaquim Triadú no mantuvo nunca relaciones fluidas con la familia. Ni con Joaquim Pujol , cuando éste fue su superior como secretario general de Presidencia, ni con Oriol Pujol, cuando el quinto hijo del presidente fue incorporado a Presidencia, ni finalmente con el sector negocios, alguno de los cuales se hizo notar en la privatización del Centro de Telecomunicaciones de la Generalitat que originariamente dependía de él. Joaquim Pujol fue situado al frente de Tradia, la filial de Husa, que obtuvo por adjudicación directa la unidad de infraestructuras de telecomunicaciones, mientras que Uni-2, la filial de France Télécom, se quedó Catalana de Telecomunicaciones, conocida hoy por la marca Al-Pi, en una operació asesorada por Europraxis, la consultora fundada en 1994 por Josep Pujol Ferrusola, tercer hijo del presidente. Pujol y su entorno acabarían decidiendo, pocos meses después, que la alternativa para dar continuidad al pujolismo había de recaer en otra joven figura del Gobierno con otras características: Artur Mas, (...) que desplazó a Pere Esteve de la dirección del partido (...) y que desplazaría fuera de Presidencia a Joaquim Triadú'.

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- Hijos y negocios. Los negocios de los hijos de Pujol aparecen y desaparecen a lo largo de todo el libro de Pedrós. Los descendientes directos del presidente, excepto los más pequeños, Mireia y Oleguer, han participado en alguno de los siguientes viajes: Israel, Túnez, Davos, Portugal, México, Chile, Uruguay, Argentina... Y, en ocasiones, se han visto involucrados en polémicas acerca de si una Administración gobernada por un padre puede contratar a sus hijos. Un ejemplo fue la aparición en Argentina en 1997 de Pere Pujol, cuarto hijo, 'que llegó acompañado del director general de la Energía Albert Mitjà. (...) Es natural que un hijo salude a su padre cuando coinciden en un viaje al extranjero, sostuvo Pujol'. Pero eso, cuenta el libro, disparó una secuencia de interpretaciones oficiales. 'Algunos sostuvieron que viajaba a cuenta de un organismo oficial pero que sólo realizaba trabajos eventuales; otros que había sido una feliz coincidencia. El propio presidente sostuvo que su hijo se había pagado el billete de su bolsillo (...). Marta Ferrusola se enfurecía cada vez que alguien osaba discutir el derecho de sus hijos a buscar un empleo después de todo lo que su marido y ella habían hecho por Cataluña: el sacrificio y la dedicación de toda una vida'.Y es que el entorno del presidente reputa de despropósito cualquier crítica sobre ese asunto.

'Antoni Subirà, que aún no había designado como número dos de su departamento a otro hijo del presidente, Oriol Pujol Ferrusola, presionado por los periodistas, admitió que Pere Pujol colaboraba puntualmente con su consejería. En 1994 había trascendido que una empresa relacionada con el mismo Pere Pujol había elaborado algunos estudios remunerados a precio de mercado para otro departamento: Medio Ambiente, y también para seis consejos comarcales gobernados por CiU'.

En 1990 Jordi Pujol Ferrusola -primogénito de la familia- apareció, desapareció y finalmente volvió a aparecer en la comitiva de empresarios que acompañaron a la Generalitat en un viaje a Lisboa. Después de que EL PAÍS publicara que la presencia de Jordi Pujol Ferrusola era un hecho, se negó oficiosamente. El propio interesado, al tercer día de especulaciones, aseguraba a este diario que se creía con todo el derecho de participar, 'como cualquier otra persona en misiones empresariales que se organizan en mi país', afirmó. Visiblemente molesto, recriminó que no se le dejase en paz como a un ciudadano normal', relata el libro.

- Alcoriza y Ferrusola. Carme Alcoriza, secretaria de Jordi Pujol desde los tiempos de Banca Catalana y ahora jefa del gabinete del presidente de la Generalitat, ha tenido sus más y sus menos con la esposa del líder nacionalista, Marta Ferrusola. 'La complicada relación entre Carme y Marta Ferrusola se situaba en un terreno resbaladizo. Su devota inclinación ante la gigantesca magnitud política de su jefe hizo que intuyera que la única dificultad capaz de erosionarlo podría surgir solamente de su propio entorno familiar. Pujol siempre intentó serenar sus ánimos mostrándose totalmente convencido de que sus hijos tenían derecho a trabajar para la Generalitat y a presentarse a los concursos públicos del Gobierno'.

- ¿Propaganda o prensa? El libro insiste en que la mayoría de operaciones mediáticas en que Pujol se ha involucrado 'se han visto saldadas con un completo fracaso porque en su concepto se confunden la comunicación con la propaganada'. Pedrós relata, por ejemplo, la afición presidencial a las preguntas solicitadas para que 'le sean formuladas exactamente como él las ha planteado'.

También con motivo del viaje que en 1999 hizo a Japón, Pujol estaba interesado en que se plasmase el encuentro entre él y el entonces primer ministro Kenzo Obuchi. 'El presidente miró al grupo de periodistas y preguntó: ¿Cuál es el nuestro? Se hizo un largo silencio. El operador de TV-3 comprendió que se dirigía a él y levantó el dedo. '¡Ah, eres tú! Oye, hazme salir bien que esta entrevista es muy importante', dijo Pujol. El cámara pegó el ojo al objetivo para intentar disimular y esconder la vergüenza que sentía'.

En otra ocasión recuerda que Marta Ferrusola se refirió a los periodistas como los 'secuaces' de Pedrós.

- Topar con la Iglesia. La hoja diocesana de Girona publicaba, en noviembre de 1991, un texto en el que lamentaba que no hubiera liderazgos de ejemplaridad ética y moral como los del checo Vaclav Havel o el del haitiano Jean Bertrand Aristide. El escrito eclesial criticaba campañas como las realizadas por la Generalitat -La feina ben feta o La gent es la força de Catalunya- de escasa eficacia moral. Pujol se lo tomó muy a pecho. 'La cara le había adquirido un color tan rojo que parecía un hierro incandescente (...). Pujol, enviando al autor o autores de tan injusto disparate al lugar donde creía que debían ser enviados, paraba de vez en cuando su frenética carrera alrededor de los muebles del despacho y me interpelaba como si yo tuviese la culpa de aquel esquivado y maléfico texto'. Pedrós intentó calmar al presidente asegurando que las frases en concreto no eran un ataque personal. 'Pujol, inducido por un arrebato de cólera, casi se sube literalmente a una silla que se le cruzó. Puso un pie, como si fuese a pisar la tela, pero lo retiró cuando ya había comenzado a gritar: ¿Pero usted es burro o es que no sabe leer? (...); esto es un ataque frontal, sí señor, un ataque personal'.

Hablar francés en Flandes

Pujol, tan seductor del votante nacionalista, se convierte en un personaje poco atento en círculos restringidos -sostiene el biógrafo- , 'no sólo porque juegue con los cubiertos en la mesa o se rasque la nuca con el mango del cuchillo, o porque no espere nunca a que todos los invitados estén servidos antes de empezar a comer (...) Es el Pujol que modifica su agenda de día para que vuelva en otra ocasión aquella visita que ahora lo incomoda (...)', escribe Ramon Pedrós. Es también el Pujol capaz de hablar en francés -entre silbidos y estupefacción del auditorio- en Amberes (Bélgica), porque el día anterior ha perdido una votación de la Asamblea de las Regiones por culpa de los nacionalistas flamencos. Y que al terminar su intervención se acerca a los periodistas y les dice: '¿Qué os ha parecido mi discurso? ¡Hacía más de 150 años que no se hablaba francés en esta plaza!'. Otras veces sus quiebros, sólo entendibles conociendo su capacidad de enfrentarse a cualquier situación, por adversa que sea, pueden desconcertar. En Israel, el presidente de la Generalitat visitó en 1995 el museo del Holocausto. Aunque, gran amigo de Israel y defensor de su causa, inesperadamente se lamentó de que los israelíes no olvidaran. Allí Pujol polemizó con los directivos del museo. 'Todos nosotros, en España, hemos hecho un gran esfuerzo para olvidar. Hace ahora 50 años que comenzó nuestra guerra civil y todos, el pueblo y los gobiernos, nos hemos puesto de acuerdo para no hablar de ello. Los unos prefieren el recuerdo, los otros el futuro, y mi contribución personal siempre irá en esa línea de futuro'.

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