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La flecha del tiempo

Nunca seríamos

como esos adultos -nos juramos-

que miraban ansiosos, turbiamente,

a través del cristal de las cafeterías

-como en cierto poema de Rimbaud-

la entrada de los jóvenes altivos

en la cueva dorada de la noche.

Y sin embargo

ahora estamos aquí, sin entender gran cosa,

ante un vaso de hielo y de ansiedad,

arañando con fiebre y con rencor

en el cristal del tiempo un espejismo.

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