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Columna
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Federalismo

'Las reformas que parezcan esenciales, como son, en mi opinión, la modificación drástica del Senado y la introducción de las relaciones intergubernamentales, no deberían postergarse, ni siquiera aunque no se alcanzara el consenso, tras intentos serios de conseguirlo, porque su retraso excesivo conduciría a un grave deterioro del sistema autonómico'. No se confundan, no es Maragall el autor de la frase, sino el catedrático de Derecho Constitucional Eliseo Aja, quien ha advertido, como otros juristas, de que un federalismo con hechos diferenciales (la existencia de lenguas distintas del castellano, por ejemplo) es el único horizonte razonable para el modelo autonómico español, ese sistema federal incompleto que los expertos han venido en llamar Estado compuesto. ¿Por qué, entonces, tan gran escándalo de los populares ante la reunión en Barcelona de los líderes socialistas aragonés, balear, catalán y valenciano en la que postularon eso mismo? Marcelino Iglesias, Francesc Antich, Pasqual Maragall y Joan Ignasi Pla sabían muy bien lo que decían cuando defendieron las relaciones entre gobiernos autonómicos, la reforma del Senado para convertirlo en Cámara de representación territorial y la participación de las comunidades autónomas en la Unión Europea frente al 'neocentralismo' del PP. Probablemente, la iniciativa, planteada desde otras instancias, no hubiera resultado verosímil. Desde Baleares, Aragón, Cataluña y el País Valenciano, adquiere peso específico en el PSOE y tintes de alternativa en España. Y el partido de Aznar la toma más en serio que algunos analistas despistados. De ahí que respondiera con disparos intimidatorios desde la trinchera de combate, para lo cual movilizó a la tropa, con el senador González Pons asombrosamente trasmutado en González Lizondo a la cabeza, y puso en fila a los supuestos dirigentes de la patronal, la Cámara de Comercio y el Puerto de Valencia (Ferrando, Virosque y Del Moral se han cubierto de gloria). Otra cosa es que la munición empleada, el anticatalanismo más grosero, resulte tan vieja como lamentable y que venga a desvelar dramáticamente la indigencia intelectual de quienes todavía nos gobiernan.

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