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MAURICIO ROJAS | Ideólogo y candidato del Partido Liberal

'El estado de bienestar ha creado racismo'

Detrás del inesperado ascenso del Partido Liberal en los sondeos se encuentran un chileno, Mauricio Rojas, que decidió agitar las tranquilas aguas del estanque político sueco arrojando la piedra de la inmigración. Llegado a Suecia en 1974, con 23 años, huyendo de la dictadura de Pinochet, Rojas ha hecho un largo viaje ideológico: de militante del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR) a creador del nuevo programa de los liberales sobre la integración de los extranjeros y candidato independiente por Estocolmo en las listas de esa fuerza política. Antes fue profesor de Historia Económica en la Universidad de Lund y ahora compatibiliza sus tareas políticas con la dirección de un think tank (centro de estudios) empresarial.

Su discurso va directo a la línea de flotación del modelo social sueco. 'El estado de bienestar ha creado racismo, es el propio sistema con su disparatada política de ayudas el que invita a los suecos a ver a los inmigrantes como parásitos', dice Rojas, que niega rotundamente que exista la más ligera sombra de xenofobia en su mensaje. 'Estamos a favor de mantener abiertas las puertas a los inmigrantes, pero con obligaciones como son la necesidad de que aprendan sueco y de que se liberalice el mercado laboral para que puedan encontrar trabajo. Lo fácil es hacer como hasta ahora: aparcar a la gente en barrios que son guetos y dejarlos el día entero viendo la televisión por satélite. Como dice nuestro lema, 'exigir es preocuparse'.

Sus ideas han roto un tabú de la corrección política sueca. Oficialmente, en este país hay refugiados, no inmigrantes. 'Yo sabía que quien abriera esa caja de Pandora canalizaría la discusión sobre el problema. Si no lo hacíamos nosotros, lo habría hecho cuando estuviese a punto de explotar cualquier Le Pen o gente como la del Partido Popular danés. Estamos orgullosos de haber sacado el problema a la luz y de capitalizarlo desde un punto de vista liberal'.

Rojas es provocadoramente antisocialista. 'La izquierda sueca no está acostumbrada a ser cuestionada. Ha tenido demasiado tiempo el monopolio de la atención a los pobres. No se esperaban que de pronto apareciera un cabecita negra que les dice que no quiere más ayuda, que lo que quiere es trabajar'. Esas provocaciones le cuestan a menudo disgustos: algunos de esos cabecitas negras aprovechan sus mítines para insultarle e incluso agredirle. ¿No teme abrir la puerta a los vientos xenófobos que soplan en Dinamarca, Holanda o Francia? 'No, porque existe una gran diferencia entre gente como Le Pen o Fortuyn y nosotros: y es que estamos de acuerdo en querer más inmigrantes'.

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