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Reportaje:

La benevolencia de la secuestrada

Maria Àngels Feliu rebaja las penas respecto a lo que pide el fiscal

El escrito de la acusación particular de la farmacéutica de Olot, Maria Àngels Feliu, que permaneció secuestrada durante 492 días, es bastante más benigno que el del fiscal. Feliu, siguiendo a la fiscalía, reclama, por detención ilegal y lesiones, penas de 20 años para Ramon Ullastre, José Luís Paz y Juan Manuel Pérez Funes y de 22 para Antoni Guirado. Pero ahí se terminan las similitudes. La farmacéutica no incluye a Joan Casals y Xavier Bassa, primeros procesados por el secuestro, porque considera que no hay pruebas sólidas contra ellos.

Más sorprendente es que excluye también de toda responsabilidad a Montserrat Teixidor, quien convivió junto a su esposo, Ramon Ullastre -uno de los cerebros del secuestro-, en la vivienda en cuyo sótano se construyó el zulo en el que la farmacéutica permaneció encerrada. Por último, Feliu quiere 'reconocer' -las comillas son de su letrado- que el carcelero Sebastià Comas, alias Iñaki, decidiera liberarla en una decisión personal después de alimentarla y vigilarla durante más de 16 semanas, y le rebaja cuatro años la petición de pena máxima para sus delitos.

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El abogado de Maria Àngels Feliu, Carles Monguilod, advirtió ayer de que respetan el criterio del fiscal, que pide 20 años para Casals y Bassa por detención ilegal y lesiones, aunque en su opinión la base de la acusación se sustenta en un testigo sin credibilidad: el delator policial Francisco Evangelista. Monguilod recordó que Feliu tiene interpuesta una querella contra Evangelista por calumnias e injurias vertidas contra la farmacéutica en el programa de televisión La sonrisa del pelícano. El letrado añadió que, según su criterio profesional, no hay otras pruebas fehacientes para acusarles. El estudio caligráfico que atribuye a Bassa la letra de un sobre reclamando un rescate enviado a la familia Feliu no es, para la acusación particular, 'científicamente concluyente'. No obstante, Feliu se reserva el derecho a acusar a Casals y Bassa si en el juicio oral se aportan pruebas de mayor contundencia.

A pesar de que resulta poco creíble que Montserrat Teixidor ignorara que Feliu estaba 'enterrada en vida' bajo su casa, según reconoce el letrado, el escrito de acusación la excluye porque 'el código penal la exonera de responsabilidad por ser el cónyuge' de uno de los secuestradores. 'No hay pruebas de una participación activa de Montserrat Teixidor', explicó Monguilod, quien añadió que Feliu estima que la esposa de Ullastre, en todo caso, 'debe arreglarse con su conciencia'.

Feliu ha querido también tener un rasgo de 'reconocimiento' con Sebastià Comas -'el menos malo entre los malos', según definición de la Guardia Civil-, quien supuestamente decidió liberar a la farmacéutica. En la descripción de los hechos de la acusación particular se hace constar que Comas 'decidió por iniciativa propia, sin el consentimiento de los otros acusados, dejarla en libertad'. La decisión de reclamar para él 16 años de cárcel -cuatro menos que el fiscal-, según Monguilod, obedece a lo que la farmacéutica considera 'moralmente correcto'.

El escrito de acusaciones no fija indemnizaciones. 'Maria Àngels Feliu siente repugnancia moral de recibir dinero de sus secuestradores', explicó su abogado. Esta circunstancia hace que de momento no se haya precisado la cifra que debe recibir por su secuestro. '¿Cómo se pagan 492 días de tortura, de estar enterrada en vida?', se preguntó el letrado. A pesar de que la reclamación económica se incluirá en las conclusiones finales, de momento la acusación ha preferido evitarla porque desean dejar claro que Feliu 'no tiene ningún interés en buscar el dinero'.

El letrado de Feliu aseguró que su clienta no le había autorizado a revelar si alguno de los secuestradores se había puesto en contacto con ella después de salir de la cárcel bajo fianza, pero sí aclaró que no había existido ninguna entrevista personal.

16 meses en un 'zulo'

Maria Àngels Feliu pasó más de 16 meses en un zulo insalubre, húmedo, oscuro, en el que no podía ni ponerse de pie ni tumbarse; realizando sus necesidades en un cubo y alimentándose básicamente de bocadillos. Sus atrofias musculares eran comparables a las que se diagnosticaron a los liberados de los campos de concentración nazis. Todavía ahora padece una ligera fotofobia. Quienes la conocen afirman que ha salido de su dura experiencia convertida en otra mujer. En los años posteriores al secuestro se separó de su marido de entonces y ha luchado por rehacer su vida. Cuando el 20 de noviembre se cumplan 10 años del inicio de su secuestro es muy probable que el juicio que tanto desea dejar atrás todavía no se haya celebrado. En su petición de penas algunos podrían ver un atisbo del síndrome de Estocolmo que padeció tras ser liberada, pero quienes conocen sus profundas convicciones religiosas y su generosidad ven en ella el deseo de ser justa y no envilecer su acusación con tintes de venganza. Feliu, a punto de cumplir los 44 años, busca quedar en paz consigo misma y prefiere errar por defecto que por exceso. Antes que nada, ve en Montserrat Teixidor a una madre de familia con una hija pequeña a quien cuidar y se permite, ante la duda, dejar que se las arregle con su propia conciencia.

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