Apoteosis de Vicente Amigo

Vicente Amigo rescató su Concierto flamenco para un marinero en tierra, que creara hace diez años para el autor de esos memorables versos, Rafael Alberti, cuyo centenario se cumple ahora. El guitarrista tendría entonces alrededor de 25 años, o poco más, y sin embargo es una obra de madurez. Es cierto que la orquestación la realizó Leo Brouwer, pero Amigo crea una música de calado flamenco bien definido, muy lírica y sobre la que no era difícil orquestar para una formación predominantemente de cuerda como es la de Córdoba.

Oír ahora ese concierto, por la misma orquesta aunque bajo la batuta de Amargós, es muy gratificante. Amargós es músico de gran sensibilidad para estos empeños que se salen, por decirlo de alguna manera, de la partitura convencional, y ha dado buena fe de ello en múltiples experiencias afines al flamenco. Con la música de Amigo ha realizado un trabajo brillante, que en general no se limita a subrayar la música de la guitarra, o del grupo flamenco, o la voz del cantaor. Hay algún pasaje en que la orquesta no atenúa lo suficiente su sonido para dejarnos oír el de la guitarra con absoluta nitidez, pero no tiene mayor relevancia.

El concierto mantiene constantemente un alto vuelo de flamencura y belleza, con la creatividad de aquel jovencísimo Amigo ya en plena efervescencia. Muy posterior es la música que integró la primera parte del programa, su disco último Ciudad de las ideas, que hizo en este concierto de la Bienal con indudable maestría. Evidentemente fue una espléndida noche para el guitarrista, que puso al público unánimemente en pie ya en el descanso.