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Dos patrullas para 200.000 vecinos

Policías de una comisaría de Madrid relatan las innumerables carencias que sufren para luchar contra la delincuencia

F. Javier Barroso

Madrid (casi tres millones de habitantes) sufre de media cada día 94 atracos callejeros y 52 robos de vehículos. En las comisarías de los distritos, los policías se sienten desbordados. Un ejemplo. Dos coches (cuatro policías) patrullan diariamente un distrito en el que viven 200.000 habitantes. EL PAÍS pasó ayer unas horas en la comisaría que sufre esa precariedad y habló con los agentes.

'Es un milagro que con los medios que tenemos podamos atender todas las llamadas que recibimos a lo largo de un día. Muchas veces no damos abasto porque no hay personal'. Así se explica uno de los mandos de esa comisaría.

A pesar de las quejas y de las reiteradas peticiones de personal, las comisarías de la capital se han quedado despobladas de personal, según mantienen todos los sectores de la Jefatura Superior de Policía.

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La comisaría se encuentra en los bajos de un bloque de viviendas. Carece de las mínimas condiciones para atender al ciudadano, que habitualmente tiene que esperar entre dos y tres horas para tramitar su denuncia. 'Muchos, al ver lo que se tarda, prefieren denunciar en otros sitios o simplemente se van', señala el policía de la puerta, armado con una escopeta reglamentaria.

El responsable de la comisaría hace un repaso a los pocos efectivos de que dispone. Tiene que dedicar 15 agentes como mínimo a la oficina de denuncias (un inspector y dos policías por turno, más los fines de semana y libranzas). Otros 10 se dedican a vigilar la comisaría y los calabozos. Otros funcionarios se encargan de redactar informes para los jueces, de llevar a reparar los vehículos y de la estadística. 'Encima, tenemos custodias hospitalarias o del furgón de detenidos, que ya te deja sin policías', afirma este mando.

Además, están los detenidos. Los agentes habían detenido ayer hasta las siete de la tarde a seis personas, por lo que los policías de investigación estaban dedicados de lleno a estas tareas y no podían abordar otros asuntos pendientes. Además de localizar a los familiares, hay que tomar declaración a los sospechosos, llevarles al médico y hacer infinidad de papeles.

Por eso, cuando llega algún caso muy grave, suele trasladarse a las Brigadas de Extranjería, de Policía Judicial o de Seguridad Ciudadana. 'Antiguamente, las comisarías tenían buenos grupos de investigación, pero como nos falta mucha gente, tenemos que hacer filigranas para cubrir todos los servicios y más en vacaciones', añade otro mando.

La falta de policías provoca que la comisaría sólo pueda sacar a la calle dos coches patrulla (con dos agentes cada uno) para un distrito de más de 200.000 habitantes. 'O llegamos muy tarde a los avisos o simplemente tenemos que pasar algunos a la policía municipal, porque no logramos atender todos. A veces tenemos que movilizar a otros compañeros que hacen algunas vigilancias en puntos calientes, donde la delincuencia ha subido', añade otro agente. Los coches también sufren múltiples achaques, después de casi cinco años de servicio y decenas de miles de kilómetros a cuestas.

'Raro es el día que no tenemos que mandar alguno a los talleres. Además, las reparaciones se hacen para cubrir el expediente, porque los motores ya están muy tocados y no aguantan el tute diario que le damos en una ciudad como Madrid', explica el mando policial.

En la puerta de la comisaría están aparcadas las motos adquiridas para el plan de Policía 2000. Están llenas de polvo, signo inequívoco de que no se utilizan desde hace mucho tiempo. 'A mí me gustaría sacar más a la calle, pero no puedo destinar a más de dos agentes a estos menesteres porque me supone detraerlos de otros cometidos más importantes', añade el comisario.

La informática es otra de las asignaturas pendientes, que muchas veces da más trabajo que soluciones. Las denuncias se efectúan a través del sistema Sidenpol, que obliga a rellenar determinados campos, con lo que se ralentiza mucho la tramitación. 'Y eso, cuando no se te cae el sistema y tienes que empezar de nuevo, porque no te ha guardado los que has introducido hasta entonces', añade un agente de la oficina de denuncias.

El tema de identificación de detenidos no resulta más efectivo. En lugar de tener escáneres en cada comisaría, debe mandarse la reseña dactilar a la Brigada de Policía Científica para que examine en sus archivos si el reo tiene antecedentes policiales o alguna orden de búsqueda y captura con su identidad real. Un funcionario tiene que ir a la brigada y pasar allí casi todo su turno.

Las comisarías también necesitan una renovación. La elegida para esta información está situada en los bajos de un edificio de viviendas, con los consiguientes inconvenientes para los vecinos. Sólo tiene un cuarto de baño para toda la plantilla y los agentes tienen que cambiarse en un vestuario mínimo.

Cuando hay mucha gente para denunciar, deben esperar en la calle. 'Cuando traemos un detenido por la noche y empieza a gritar, los vecinos protestan y con razón porque no les dejan dormir. Esta comisaría fue abierta hace muchos años y ahora no reúne las mínimas condiciones', concluye resignado el mando policial.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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