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Crónica:FERIA DE VALLADOLID | LA LIDIA
Crónica
Texto informativo con interpretación

¿Los santos inocentes?

El esperado encierro de Alcurrucén resultó otro saldo ganadero, con el agravante de ser tontos sin sospechas. Súmese a esto la tradicional falta de fuerza, de casta y la sin presencia por delante, bien natural o bien artesanal, lo que garantizaba otro bodrio. Con todo, se volvió a llenar otra vez más el callejón. Overbooking total. Ya se sabe, los invitados halagan, no protestan. En cambio, en los tendidos, donde nos sentamos los paganinis, apenas se llegaba a la media entrada. Lógico esto, por otra parte. Es todo un acto de fe sacar un boleto en la esperanza de que ocurra el milagro. El festejo, y van cuatro de cuatro, resultó otra broma pesada y cara.

Crece la sospecha entre los aficionados de que quizá la empresa piense que estamos en fechas de los santos inocentes. Ya vale. Los profesionales del arte, para no desentonar, también estuvieron descastados y mansos.

Alcurrucén / Caballero, Mora, Marcos

Toros de Alcurrucén, 1º, 2º, 4º, 5º y 6º sin presencia, flojos, sin casta, mansos y manejables. 3º de Lozano Hermanos, igual que los anteriores. Los cinco primeros, pitados en el arrastre. Manuel Caballero: pinchazo, bajonazo (silencio); media estocada (palmas). Eugenio de Mora: pinchazo, media estocada trasera y perpendicular (palmas); bajonazo, descabello (pitos). Leandro Marcos: estocada, trasera y contraria, descabello (ovación y saludos); estocada trasera y caída (oreja). Plaza de toros de Valladolid, 10 de septiembre, 4ª de feria. Media entrada.

Leando Marcos, a la postre el único que cortó un trofeo, medio aprovechó que jugaba en casa. Se le fue su primer enemigo. En el otro destacó el recibo por verónicas. Con la muleta, despegado y cursi en exceso. Dejó pinceladas de buen gusto. Toreó bonito, lo que no quiere decir que toreara bien.

Manolo Caballero, el director de lidia, no se arrimó, seguramente para evitar el fuera de juego. Técnico, pero soso y ventajista, estiraba el brazo en los encuentros al estilo de inspector Gachet. En sus dos toros fue un calco. Aburrió.

Eugenio de Mora no pasó esta tarde de vulgar pegapases. Sin criterio, sin confianza en sí mismo, ausente y miedoso. Presenció impávido el desastre de lidia que recibieron sus dos oponentes. Dio pena.

Otra tarde más el aficionado volvió a exigir la presencia del toro.

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