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Columna
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Perder pie

El sábado, se desvaneció un agosto desapacible. El piloto se tumbó a la sombra de un ciruelo ornamental, y tarareó una vieja canción que llegaba, a todo volumen, del bungalow del matrimonio danés: Il mare é sempre blu/ come cuando c´eri tu... Entonces evocó al desgraciado personaje de Alberto Moravia, que perdió pie al nacer sin mentón. Ahora, también se puede nacer sin mentón, pero no sin la amenaza del dióxido de carbono y el pensamiento único. O sea, que se pierde pie por cualquier parte, incluso por las más íntimas, como se lo hacía perder a sus vecinos, la hermosa muchacha del sexto, que se presentaba en la piscina con el tanga sujetándose el pelo. Se puede perder pie cuando se predica la democracia con la ira de la descalificación y del insulto, como lo ha perdido Iturgaiz y como lo perdió Ana Mato, dejando, uno y otra, al gobierno de su partido en un pasmo. Se puede perder pie haciendo del mundo un espectáculo imperial y carnicero. Bush pierde pie en su cruzada para arrasar Irak, y su pupilo alauita lo pierde en su pretensión de inmolar a los saharauis, mientras el gendarme Ariel Sharon lo pierde degollando palestinos y campando sobre los escombros de las ciudades.

Cuántos notables del descrédito y del extravío pierden pie. Eso, sí, puede que con mentón, pero sin estómago ni conciencia, en esta época de violencias y mezquindades, precisamente cuando en Johanesburgo ya se sabe que el leopardo de Hemingway no pisará las nieves del Kilimanjaro, y se presume inamovible la ignominia del apartheid entre la opulencia de pocos y la pobreza imperante. El piloto abandonó la sombra del ciruelo, se duchó y se zambulló en las aguas de la piscina. Recordó que el infeliz personaje de Alberto Moravia había sentenciado: El que pierde pie no vuelve a ponerlo en el punto en que lo perdió. Y fue entonces cuando observó cómo algunos fragmentos de hielo ártico invadían la piscina y el nivel de sus aguas empezaba a cubrir el césped. Y por aquí, de bodas, anatemizando organizaciones y achicharrando mujeres. ¿Acaso no será la fórmula patria de perder pie?.

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