José Tomás firmó el toreo más grande
El tercer toro tenía cinco yerbas bien cumplidas y salió despacio, despreciando los engaños. Lo fue a buscar José Tomás y ni él ni Luciano Núñez ni Miguel Cubero consiguieron que entrase una sola vez a cualquier capote. Salieron los picadores, aparentemente por salir, y lograron varios refilonazos de oca a oca, ya con la porfía de Cubero. En banderillas fue a más y en esto, que se encontró con José Tomás que, tieso como una vela, lo crujió por bajo en muletazos que hubiera firmado Domingo Ortega y que cambiaron la actitud del toro. Situados en el platillo, se lo pasó muy cerca en dos series con la derecha, espléndidamente rematadas. Otras dos series de naturales templadísimos, finalizada la última por bajo, tras seis naturales, en los que el torero era eje casi ingrávido, de tan relajado, constituyeron el meollo de la faena. Cuatro redondos de frente reventaron la plaza y cuando se lo traía al tercio, pintando el toreo, la res recordó sus querencias y, cuando estaba bajo el arco del cuerpo del torero, se venció y lo prendió por el bajo vientre, agujereando la seda. El matador quiso ejercer su oficio, que se le negó hasta la quinta ocasión, siendo premiado con repetidas ovaciones y una, final, atronadora. En la enfemería fue atendido de un varetazo.
Algarra / Finito, Tomás, Castaño
Toros de Luis Algarra Polera, el 1º sobrero de Hijos de Pablo Martínez Elizondo, manso el 2º y blando el 4º. Finito de Córdoba: pinchazo y estocada caída (aplausos); pinchazo y dos descabellos (ovación). José Tomás: cuatro pinchazos y estocada (gran ovación); estocada desprendida (dos orejas). Javier Castaño: estocada trasera y tendida, descabello (oreja); dos pinchazos y estocada trasera atravesada (oreja). Los dos últimos salieron a hombros. Plaza de Almería, 30 de agosto. 6ª de abono. Tres cuartos de entrada.
La verónica es como la dijo José Tomás en el quinto, así como el natural, que se sucedía a sí mismo en una labor intensa, impecable y larga. Como el toro no era fácil, cuando se insolentaba, el torero se lo hacía saber en el remate. Aunque la espada quedó desprendida, las dos orejas fueron a parar legítimamente a sus manos.
Javier Castaño se colgó de los pitones, pero es injusto torear después de José Tomás cuando lo hizo como ayer. Finito estuvo ausente.
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