RUBÉN BLADES, EL SALSERO DE HOLLYWOOD
El músico y actor panameño no para. Ahora mismo rueda una película en Madrid y espera el lanzamiento de su primer álbum del siglo XXI, 'Mundo'. Dentro de poco grabará un disco de tangos y hará más cine, esta vez con Salma Hayeck.
Rubén Blades (Panamá, 1948) mira a su alrededor, baja la voz y dice: 'No me gusta esta vaina'. Con más de treinta películas en su haber, todavía no se habitúa al nivel de vida de Hollywood (en realidad, Imagining Argentina es una coproducción hispano-británica), que exige alojarse en hoteles de lujo: 'Los empleados son cordiales, pero asusta pedir un sándwich y que cueste más de lo que gana un panameño al día. Así que, cuando tengo hambre, me doy un paseíto y me compro un bocadillo en el Museo del Jamón o sitios así.'
Si has pasado penurias, explica, nunca se te olvidan: 'Noriega sospechaba de la relación de mi papá con el general Torrijos y empezó una campaña de maledicencias, le acusó de implicación en un intento de golpe. Mi familia dejó Panamá y se fue a Miami en 1973, donde ya vivían parientes. Mi madre, aunque nacida en Cuba, tenía pasaporte de Estados Unidos, ya que mi abuelo venía de Nueva Orleans. Mi padre, que había sido bongosero, baloncestista y policía, no encontró trabajo en Miami. Yo llegué con mi título de abogado y me empeñé en entrar en Fania, la compañía de Nueva York que era entonces el centro de la música latina. Me metieron en el departamento de envíos. Ni tenía papeles ni cama para dormir: 125 dólares a la semana se quedaban en nada después de enviar plata a mis padres'.
'Mi sueño sería pasarme unas semanas en Madrid actuando en un teatro pequeño'
Pero su instinto resultó correcto: en Fania conectó con Ray Barretto y Willie Colón, que le ofrecieron cantar en sus orquestas. Con el segundo inició una genuina colaboración que desembocaría en canciones eternas como Pedro Navaja. Con su talento narrativo y su vocación de denuncia, Blades explosionó en el mundo de la salsa, donde se reconoció su talento pero se indigestó su política. '¿Qué voy a decir? Para la minoría que manda en Miami, eres un comunista si te desvías un milímetro de sus posturas. Luego, la izquierda latinoamericana es tan cerril que sospecha de ti si vives en Estados Unidos o llevas un apellido inglés como el mío. Compañero, vamos a ver si distinguimos entre el pueblo estadounidense y los que mandan en Washington'.
Sus enemigos políticos en Panamá hasta minimizan su carrera artística. 'Se me ocurrió bromear que yo era el tipo de actor secundario al que siempre matan en la película y ahora dicen que soy tan malo que el director tiene que eliminarme. Lamento comunicarles que Rubencito ya no muere en sus últimas películas. No, no diré lo que pasa con mi personaje en Imagining Argentina, donde soy el director de un teatro de marionetas y Antonio Banderas mi guionista. Soy selectivo con los papeles que hago, y supe que tenía que estar en esta película: coincide con canciones mías como Desaparecidos. No creo en las dictaduras, sean de derechas o de izquierdas. Puedo tener simpatía por Torrijos, que logró la unidad territorial de Panamá al recuperar el Canal, pero cómo olvidar que era un dictador. Atención: hablo del Torrijos real, no de ese Peter Pan caribeño que retrata Graham Greene en su libro. En comparación con Torrijos, un Hugo Chávez tiene legitimidad democrática, aunque muestre los comportamientos insensatos propios de un militar poco apto para la reflexión'.
Un momento. Para sorpresa de todos, Papa Egoró, el movimiento político que Rubén fundó en 1991, respaldó a Martín Torrijos, el hijo del dictador. '¡Pero Martín es muy diferente de su padre! Tiene cuarenta y tantos años y cree en administrar un país con altruismo. Mira, yo me presenté a las presidenciales de Panamá y cometí el error de no establecer una organización sólida de apoyo. Quedé en tercer lugar y me ofrecieron el puesto de vicepresidente. Yo no quiero llegar al poder así. Siempre he pensado en trabajar para mi país: por eso estudié derecho. Si Martín se presenta en 2004 y es elegido presidente, me integraré en su Administración como un aprendiz. Ahora sé que la política es una ocupación a tiempo completo, así que, si sale, olvídate de la música y el cine. Estoy dispuesto al sacrificio: Panamá tiene cien años de historia y muchas oportunidades perdidas. Con una población muy joven, podemos enmendar muchos errores'.
Rubén abandonaría entonces sus residencias en Nueva York y Los Ángeles y se enfrentaría a la posibilidad de crear descendencia. Se divorció hace tres años -'muy, muy duro'- y ahora mantiene una relación con una cantante de Broadway, Luba Mason, a la que conoció en The capeman, el desdichado musical de Paul Simon. 'Ningún artista se puede quejar de la prensa después de ver lo que se hizo con Paul: demolieron su trabajo con saña, por retratar a un muchacho que mató a dos personas. Lo he comentado con amigos como Lou Reed y piensan lo mismo: una prensa enconada es mortal'.
Blades se transforma cuando habla de su música reciente: Mundo es un disco que refleja mis lecturas sobre genética. Estudiar genética es el mejor remedio contra el racismo, ya que te explica las migraciones de los primeros humanos. Así que es un disco de viajes, donde hay salsa y rumba, flamenco y una canción de Gilberto Gil, música irlandesa o de Senegal. Todo está en el ADN'.
El rodaje de Imagining Argentina está permitiendo a Rubén Blades conocer Madrid. 'Lo malo de venir en giras es que sólo pisas escenarios y hoteles. Mi sueño sería pasarme unas semanas en Madrid, actuando en un teatro pequeño, con conciertos largos donde mis colaboradores actuales -Boca Livre, Editus, De Boca en Boca, el gaitero Eric Rigler- también pudieran presentar su trabajo'. La deteriorada infraestructura musical de Madrid tal vez no sea capaz de acoger semejante iniciativa, pero Rubén es optimista. Su nuevo disco, Mundo, contiene elementos flamencos y desea conectar con Paco de Lucía o Ketama, para explicar que se trata de una intrusión respetuosa. De momento, revisa los puestos de la cuesta de Moyano y las librerías de viejo: 'Compro de todo, pero tengo querencia por la Colección Juvenil Cadete, que leía de muchacho'. Se le hace más duro explorar la vida nocturna de Madrid: 'Quisiera visitar locales de los que me hablan mucho, pero me dicen que se animan a una hora imposible para alguien que se despierta temprano. ¿Ustedes no duermen?'.
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