Un día 'de horror' en la Warner

Llegas con la ilusión de pasar un día inolvidable. A la entrada te dicen en grandes carteles que está prohibida la entrada de bebidas y alimentos. A cambio, esperas que dentro del parque te den un servicio en condiciones. Pero todo lo contrario: imposible comer, colas interminables en cualquier restaurante de más de una hora, y luego otra vez a esperar para conseguir una mesa dentro del local, porque fuera, las únicas que quedan libres están a pleno sol, un 17 de agosto, con un calor insoportable.

Para poder conseguir un refresco o una 'botellita' de agua tienes que esperar una media de 15 a 20 minutos. Y encima, después de llegar al deseado refresco, te lo dan caliente porque no lo tienen frío, y el hielo no lo pueden dar, así que o te lo bebes caliente o te da una lipotimia con deshidratación incluida.

Pero eso no es todo. Vas y te metes en un restaurante en el que esperas encontrar la ansiada bebida fría, y después de estar 20 minutos esperando, te dice la simpática dependienta que está fuera de su hora y que ya no sirve más, así que te puedes ir por donde has venido. ¡Horror!

Y encima, a los ansiados Looney Tunes no les ves nada más que una vez si tienes suerte. Pero de repente, aparece el famoso Cerdito Porky, llega al puesto de helados en el que hay una cola de varios metros, se cuela, se va con su helado y se larga por donde ha venido. Todo esto sin hacer ningún caso a los niños ni a nadie.

Un sol que derretía el asfalto, y las sombras se escondían no sé dónde. La gente, tirada por los suelos en cualquier rincón, varias personas con lipotimias. Y todo esto por la módica cantidad de 32 euros la entrada de adultos. Sales hasta las narices. Te mosqueas con el Cerdito Porky, con el Pato Lucas... Y ya, cansada hasta el infinito, vas a la salida y te metes en la 'oficina de atención al cliente'. Pero, ¡sorpresa!: hay más gente. No has sido tú sola la que has vivido un día horrible. Pides una hoja para reclamar y te dan una interior del parque, con la que luego no sé qué harán, pero no creo que llegue muy lejos. Te das cuenta y le dices a la amable señorita: '¡Oiga, esta hoja no es oficial. Yo quiero que mi reclamación llegue a alguna parte!'. Entonces te sacan otra hojita que va por el número 79, la cual se supone que va a Consumo o a Turismo. Continúa entrando gente en la oficina, la mayoría con el mismo mosqueo que tú. Y, claro, a todos les dan la hoja interior del parque, que va por el número 3341, pero no la que realmente tienen que dar. Entonces, yo me encargo de informar al personal. Y todos a rellenar las dos hojitas. En un momento había más de veinte personas, y no paraba de entrar y salir gente indignada.

Si no están preparados para abrir, que no lo hagan, y si lo hacen, que den a la gente que va los servicios por los que pagamos, porque, después de 32 euros, al menos esperas poder tomar una bebida fría y comer algo, eso como mínimo. Y más cuando encima la mayoría vamos con niños. 'Una experiencia inolvidable', como dicen en la publicidad del parque.