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Entrevista:ROSARIO VALPUESTA | Rectora de la Universidad Pablo de Olavide

'Con el encierro he visto que no hay quién pare la inmigración'

Es un verano atípico para la rectora, que hasta el desalojo del campus el pasado 8 de agosto ha vivido pendiente de la protesta.

Pregunta. ¿El encierro ha cambiado su visión de la inmigración?

Respuesta. Casi ha reafirmado la posición que tenía antes, pero ha añadido más matices, he conocido la complejidad y los actores que están en torno a la inmigración y, sobre todo, me ha enriquecido.

P. ¿Ha errado en algunas cosas?

R. Se hizo en cada momento lo que las circunstancias daban de sí. Cuando las cosas evolucionan desde fuera puede parecer que hay contradicciones, pero la universidad mantuvo siempre la misma línea de actuación de espacio de libertad y respeto a los derechos. Cuando se usa mal y no se respetan los derechos no tiene sentido estar en la universidad, no ha habido cambio de actitud. Si te equivocas en cuestiones concretas son cosas menores.

'El problema de la seguridad tiene mucho que ver con el aumento de las desigualdades''Hay un debilitamiento muy fuerte desde el 11-S de la democracia, pero venía de antes'
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P. ¿Y se equivoca el Gobierno al gestionar la inmigración?

R. La inmigración es la punta de un iceberg de un problema más profundo que es la gran desigualdad estructural que hay en este mundo globalizado. Hay una falta de perspectiva si se analiza sin ver las razones por las que vienen. En la política concreta, se ha demostrado que la ley no da soluciones, hay 300.000 inmigrantes irregulares en España y parecía que la ley lo iba a solucionar. No hay quién pare este fenómeno, y eso lo he visto en el encierro, con lo cual hay que buscar otras soluciones. Además al inmigrante no se le puede ver como algo extraño al sistema, es un trabajador que presta unos servicios, con papeles o no, pero creo que esta visión se está perdiendo.

P. Y hay una doble moral, que consiste en apenarse ante los naufragios en Cádiz pero en juzgarlos como potenciales delincuentes cuando están sin papeles.

R. La gente ve más la complejidad de la inmigración que los políticos. El debate político es muy pobre, pero la sociedad tiene capacidad para seleccionar y analizar por qué algunos llegan a la delincuencia o por qué no se puede parar el fenómeno.

P. ¿Defiende una política de fronteras abiertas o el atrincheramiento que propugna la UE?

R. Se están tomando soluciones sin pensamiento. Si la avalancha es fuerte se cierra, si se necesita mano de obra hacemos contratos en origen con algunos países, hay cierto desconcierto, pero la universidad no tiene que entrar en las soluciones, si no elaborar un pensamiento sobre una sociedad distinta. Si fuera más justo y equitativo el reparto de la riqueza no habría este fenómeno. Desde la universidad hay que potenciar una investigación de las ciencias sociales y humanas que conformen un pensamiento sobre un modelo de sociedad diferente, que es tan importante como los avances científicos.

P. ¿Incluiría el estudio de las sociedades multiculturales que se están creando?

R. Posiblemente recordarnos que somos multiculturales, que tampoco nacimos ayer. Habría que resaltar valores en la cultura andaluza como la tolerancia, la relación o la solidaridad, y curiosamente lo que se resaltan son las ferias y ahora todos los pueblos quieren reivindicar una feria como signo de identidad. Hay un vacío tremendo de lo que es la sustancia. Desde la universidad hay que reconstruir esta sociedad en términos de valores de pensamiento y de conciencia, hay que colocarse en posición intelectual de que las cosas se pueden arreglar y de que el mundo puede ser distinto.

P. Todos esos valores que cita, ¿se están perdiendo tras el 11-S?

R. A partir del 11-S se están perdiendo a marchas forzadas. Al hilo de la seguridad y del eje del mal se están tomando medidas que escamotean conquistas de derechos humanos y de la democracia. Al final puede ser que nos encontremos defendiendo algo que ni siquiera es democracia, y en términos muy excluyentes de fundamentalismo democrático, de defender a quienes comparten nuestra visión de la democracia frente a aquellos que están fuera. Hay un empobrecimiento y un debilitamiento muy fuerte de la democracia desde el 11-S, pero venía de antes. La democracia también está unida a lo público, que es lo que iguala y permite la participación. Hay que reivindicar ese valor, igual que reivindicamos el valor de la universidad pública frente a la LOU. Las mujeres lo sabemos porque ha sido lo público lo que nos ha igualado y nos ha permitido pegar ese salto. En una dinámica normal de la sociedad posiblemente no se hubiera llegado.

P. ¿El actual rumbo político le invita al pesimismo?

R. Soy de naturaleza optimista, pero hay que ser pesimista. Ha habido un desmoche ideológico terrible, me preocupa que se gobierne con encuestas porque significa que el político ha dejado atrás la voluntad de transformar y convencer a la sociedad. La encuesta sólo refleja una sociedad que se mueve a impulsos de muchos intereses, algunos ocultos y otros evidentes. Eso es peligroso. La poca importancia del pensamiento y la ideología se ha hecho más evidente del 11-S, se ha sustituido por la seguridad y el concepto fundamentalista de un solo modelo democrático que es electoralista. Coloca a Europa en una situación que, sin ser alarmista, diría que es un poco prefascista en algunos aspectos, aunque no somos conscientes de ello.

P. ¿Aprecia recortes en nombre de la seguridad aquí?

R. Invitaría a seguir el debate abierto sobre la seguridad ciudadana, se está en la epidermis del problema y se vincula sólo al tema policial. El problema de la seguridad ciudadana tiene mucho que ver con el aumento de las desigualdades, el modelo de sociedad y una economía especulativa donde el valor del trabajo tiene menos significado que el enriquecimiento.

P. ¿Le decepciona más cuando eso lo hace la izquierda?

R. Decepciona cuando quieren representar a ideologías ligadas a sociedades justas y solidarias. Insisto en que guiarse por las encuestas es una simplificación. y ante estas situaciones no se puede renunciar a transformar la sociedad convenciéndola, y la de ahora se mueve a impulsos.

P. ¿Habría que cambiar el modelo político o el funcionamiento interno de los partidos?

R. Hay que ir hacia una democracia participativa. Pensar que la democracia es sólo un control electoral y mediático es un modelo muy pobre, el futuro está en la democracia participativa donde los ciudadanos son partícipes activos. El problema es que se deja al ciudadano al margen.

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