España toma la huella dactilar antes y después de un contacto directo
La fuga de La Santé hubiera sido casi imposible si se hubiera comprobado antes y después de la reunión entre los hermanos Berasategi la huella dactilar del preso o de su visitante. Así es como se hace actualmente en España, según indicaron fuentes de Instituciones Penitenciarias. Los presos que acceden a contactos sin barrera en las salas de visitas (lo normal es que lo hagan en locutorios separados por una pantalla de metacrilato) tienen que dejar sobre un papel una impresión de huella de su dedo índice derecho e incluso del pulgar de la misma mano antes de entrar.
Las huellas se comprueban a la salida de la sala para asegurarse de que el preso que ha entrado es el mismo que regresa a su celda. 'Nada es imposible, pero de esta forma se hace muy difícil que se produzca una fuga como la de La Santé', dijeron las citadas fuentes. El dibujo de cada una de las yemas de los dedos es única e inimitable, salvo que se cuente con un sofisticado sistema de reproducción con látex (existe, pero aún no se ha comprobado su uso entre delincuentes o terroristas) o hayan sido borradas previamente quemándolas con ácido o fuego. De hecho, las fuerzas de seguridad sólo consideran que una identificación es certera al ciento por ciento cuando se comprueba la impresión decadactilar de un detenido.
La Comisaría General de Policía Científica del Cuerpo Nacional de Policía, por ejemplo, lanzó hace un par de años el llamado Plan Nacional de Identificación de de Detenidos, un sencillo método de repetición de la impresión dactilar en comisaría, los juzgados y la prisión para evitar que los arrestados eludieran la acción de la justicia con el simple método de facilitar identidades falsas.
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