Toma nuclear de Manhattan

Los seguidores de Duke Nukem llevan cuatro años esperando una nueva entrega de este juego protagonizado por el héroe más duro, insensible, típicamente americano y grosero que se ha paseado por un ordenador. Sin embargo Duke Nukem Forever, el juego que está desarrollando 3D Realms, sigue sin estar terminado y aún habrá que esperar. Pero la compañía se ha sacado de la manga este Duke Nukem Manhattan Project, un título de plataformas protagonizado por este héroe que servirá como entretenimiento mientras llega el juego de acción en 3D.

Se podría acusar a este Manhattan Project de que es un sucedáneo, que aprovecha el tirón de Duke entre los jugadores para vender un juego que con otro protagonista hubiese pasado sin hacerse notar. Pero lejos de estas apariencias, es digno merecedor de los 30 euros que cuesta. No sólo extrae el nombre, también recrea la atmósfera de los Duke originales. Monstruos mutantes, armas potentes y sangrientas, atractivas chicas a las que rescatar, frases chulescas y mucha pólvora hacen de este juego un entretenimiento obligatorio para los fans de la saga.

A pesar de ser un juego de plataformas con desplazamiento lateral, está repleto de novedades. Realizado con gráficos en 3D, permite girar en las esquinas y la cámara se encarga de que la visión permita el control lateral del personaje así como efectos lumínicos espectaculares. Glopp es el nombre de la sustancia radiactiva inventada por el Doctor Morphix con la que espera hacerse con el control de Nueva York. Quien entra en contacto con él se tranforma, como los policías que se convierten en cerdos y se ponen al servicio del malvado doctor. A Duke no le interesaba el problema hasta que supo que auténticas bellezas corría peligro al ser raptadas y convertidas en bombas humanas de Blop. El jugador controlará a Duke mientras recoge armas, potenciadores, munición para deshacerse de los mutantes y salvar a las chicas durante los ocho episodios, cada uno con tres niveles, del juego.

Tras cada episodio tocará enfrentarse con un jefe de final de fase contra el que tendrá más poder la inteligencia que la fuerza bruta.