La alegría cotidiana

Empezaba a escribir estas líneas cuando una alegre campanilla irrumpió en mi sistema, informándome de que CNN (me he hecho adicta a CNN desde que he descubierto que Fox es Malvada) emitía los vídeos sobre Al Qaeda y sus experimentos con armas químicas, asesinato de perros incluido (labradores, en Afganistán: antes tenían perros afganos; ahora los tenemos nosotros). Fui a por el asunto y por el camino me enteré de lo de Amina, que será lapidada por concebir un hijo fuera del matrimonio. No es sólo que la vida carezca de guionistas, como sostiene mi compañero de pareja de hecho. Es que, además, los gags son muy malos. Perversos y sin gracia alguna.

Pero seamos cínicos. Lo soy. Y agosto es un mes de grande trajín para las cronistas sin conciencia como yo, porque hay en él mucho aniversario mortuorio que celebrar. No es que me queje. Peor me iría si fuera cronista japonesa, porque, además de conmemorar los aniversarios de Marilyn Monroe, Elvis Presley y Groucho Marx, debería cargar con la herencia de Hiroshima y Nagasaki, que fueron arrasadas para salvar al mundo, y ya ven. Sepan que una, que además de canalla es sofisticada, también ha derramado (el pasado día 12) unas lágrimas por el 20º aniversario del fallecimiento de Henry Fonda (cuando era posible ver Las uvas de la ira, una película sin más efectos especiales que el resplandeciente rostro humano), y que pienso lloriquear asimismo (el próximo día 29) por las dos décadas transcurridas desde que feneció Ingrid Bergman, y con ella la posibilidad de ver a alguien vestir de blanco con gracia, en cualquier ocasión. Soy tan necrófila como parada, pero mi Olimpo es otro.

De cómo la cronista reflexiona sobre los alicientes de la información y la oportunidad fluvial europea que destilan las declaraciones de Artur Mas, el delfín de Pujol, con perdón de la fauna.

Si Groucho Marx viviera y ejerciera hoy su profesión lo tendría muy difícil como autor de gags, porque la competencia es salvaje. El humor absurdo y cruel lo fabrica la realidad, que parece gozar de una cantera inagotable de anónimos autores de golpes de efecto. Quizá porque, al contrario que a Groucho, a la realidad le parece aceptable cualquier club que la admita a ella. Y eso baja mucho el listón. Con tanto humorista suelto y representando astracanadas bélicas estilo Sopa de ganso, pero en vivo y directo y con sangre de verdad, ¿quién le daría empleo a un tipo como Groucho? Si hasta Woody Allen estaría en la ruina, si no fuera por Europa. Es más, tal como le está yendo a Europa, al menos en la parte fluvial, a Woody Allen le quedan cinco minutos para largarse a la ruina. Nuestro continente se lo va a gastar todo en flotadores y libros de autoayuda.

Los letristas de Artur Mas le han hecho decir, precisamente estos días, que va a traer 'el agua del Ródano a Cataluña, cueste lo que cueste'. No es momento, caballero, para pronunciar nombres de ríos ni para emitir la voz agua, ni siquiera cuando se es el delfín de Pujol, con perdón de la fauna. Yo entregaría mi voto al primer político que me prometiera Sequía Duradera. Sin embargo, he de reconocer que el premio La Conjura de los Necios sigue siendo para los asesores literarios del Ejército israelí, que han dado en llamar la práctica del vecino a la utilización de civiles palestinos como escudos humanos y cocina a presión a la demolición de vivienda de las familias de presuntos terroristas. Con tanta competencia, se está poniendo difícil hasta meter las risas de fondo del Club de la Comedia.

Menos mal que ocurrió el hecho prodigioso que invoqué a principios de mes, al rezarle a Linda Bush para que me concediera un rostro como el suyo, optimista ante la adversidad gracias a la intervención de la cirugía plástica. No es que la dama se me haya aparecido personalmente para otorgarme el don, sino que en mi propia ciudad ha surgido una clínica plástica llamada, literalmente, Centro de Diseño de Sonrisas, cuyo eslogan 'Sonría sin complejos' firmaría el propio José Bono. Te blanquean los dientes con tratamiento dental nocturno en tu propia casa. Diabólico, ¿no es cierto?

Mira que te digo que, cuando haya acabado de meterme en vena la CNN, me lanzaré de cabeza a Fox. Asumamos nuestra época, con todos sus muertos.