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Crónica:FERIA DE MÁLAGA | LA LIDIA
Crónica
Texto informativo con interpretación

La cuesta del toro

Subir la cuesta del toro es oficio de gran dureza que nace de la exigencia continua, de la necesidad de que el toreo brote de cada planteamiento, que ha de ser capaz de conjugar una serie de complicados factores que casi desembocan en el milagro. Lo otro, lo de plantear la supervivencia a la defensiva, es lo contrario del toreo, es restar, o sea, morir un poco a cambio de un minuto con fecha de caducidad. Y es que los toros de Ana Romero nunca permitieron a la torería adornarse sin asumir la correspondiente cuota de riesgo. El primero un cárdeno bragado, axiblanco, cariavacado, terciado y escurrido, que echaba las manos por delante en un molinillo de pitones. Tomó una vara larga y salió con recorrido del capote templado de Juan José Trujillo. Para Fernando Cámara fue de difícil abordaje, por bronco y rebrincado; ante un toro que se venía como una riada, adoptó una posición de defensa, de perfil, de lejos, aligerando la suerte. Volvió a elegir las mismas armas en el cuarto, que iba y venía sin que se produjera el toreo. Pasó el quinario en vano.

Romero / Cámara, Liria, Moreno

Toros de la Ganadería Ana Romero, terciados los primeros, serios todos. Fernándo Cámara: ovación y silencio. Pepín Liria: oreja, silencio tras aviso. José Luis Moreno: ovación y silencio. Plaza de la Malagueta, 17 de agosto, 10ª de abono. Menos de media entrada.

También prevaleció la técnica en el segundo. Pepín Liria dominó el cotarro como quiso, y nunca quiso mucho. Curtido en mil batallas, toreó en corto, hacia afuera y desde lejos. El quinto no era de fácil contentar: tardeaba, echaba la cabeza arriba, buscaba y se hacía el tonto. Liria lo macheteó por la cara y las pasó moradas para borrarlo del mapa, lo que hizo pinchando en cinco ocasiones, atravesándolo en una, y necesitando de siete descabellos.

Los mejores brotes de toreo surgieron en un buen quite a la verónica de José Luis Moreno y en la forma de ligar el último de cada serie con el obligado. Faltó arrojo a espadas. En el último lo pasó tan mal como sus compañeros.

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