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La Fundación Botín apoya el arte digital con una exposición de creativos españoles

Cyberia 02 reúne una selección heterogénea de instalaciones interactivas, robótica, 'net.art' y vídeo digital de los últimos años. La exhibición se puede visitar en la sede de Villa Iris de Santander hasta finales de agosto

Ocuparse de arte digital se está convirtiendo ya en un imperativo. También la Fundación Marcelino Botín de Santander, que hasta ahora había realizado todas sus actuaciones en el campo del patrimonio y del arte tradicional, ha decidido lanzarse y organizar una exposición cuyo objetivo es 'desencadenar un proceso de reflexión sobre cómo afecta la participación de la tecnología en la obra de arte', explica su comisario.

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Cyberia 02 se presenta hasta el próximo 1 de septiembre en la sede de Villa Iris (paseo de Pérez Galdos, 47) de Santander. Es una muestra heterogénea de lo que se ha hecho en este campo en España a lo largo de los últimos años.

La selección realizada por José Miranda no responde a un enfoque historicista ni temático, sino que reúne varios ejemplos de la creatividad española, divididos en tres grandes bloques: instalaciones interactivas y robótica, net.art y vídeo.

Grandes máquinas

En la primera sección, a pesar de que no se haya producido obra nueva, el público tendrá la ocasión de ver piezas que -por motivos presupuestarios o técnicos-, se han expuesto en contadas ocasiones y que ahora se presentan en una versión actualizada.

Por ejemplo, Réquiem, de Marcel.lí Antúnez y de Machina Artis 3.0, los robots artistas de Carlos Corpa, Basilio Martí y David Cabellos.

El protagonista principal de esta performance robótica es Syncro Laveur, una pintora abstracta que se desplaza por el suelo-lienzo-escenario aplastando los huevos rellenos de pintura acrílica que la Plataforma Ponedora va distribuyendo al azar, asistida en su creación por varios perrillos dibujantes mecánicos armados de rotuladores. Dos músicos robot les acompañan. El espectáculo recuerda una action painting de Pollock.

También se encuentra una versión ampliada de la obra Argonautas, de Ricardo Iglesias y Gerald Kogler, basada en unos robots realizados con la tecnología Mindstorms de Lego que se pueden controlar desde la página del proyecto y que de paso permiten a los internautas ver a través de la cámara que llevan en su cabeza algo de la exposición que les rodea.

En una era de máquinas inteligentes el contrapunto es Bellamatic, una expendedora de arte dotada de dos hendiduras, una para meter las monedas y otra para recibir pequeños objetos de arte: cómic, vídeos, música, fotocopias, etcétera.

Según sus creadores, Pepe Murciego y Diego Ortiz, 'es una máquina voluntariamente anticuada, conceptualmente de tecnología obsoleta (low-tech) y sin representaciones virtuales, en cuyo interior hay cosas de verdad, normalmente imposibles de conseguir por otras vías'.

En comparación con el esfuerzo realizado en las instalaciones, la sección dedicada al net.art resulta reducida y con obras de calidad irregular. Sin embargo, hay propuestas interesantes que apuntan a Internet como un espacio de creación colectiva.

Es el caso de Arte y electricidad, un proyecto de la Fundación Rodríguez que propone una constelación de creaciones individuales y utiliza la Red como sistema de relaciones y vínculos entre los autores y los proyectos.

'La intención ha sido repensar las estructuras de producción, difusión y exhibición intentando incidir en las condiciones necesarias para desarrollar prácticas artísticas ligadas a las últimas tendencias, especialmente en su relación con las nuevas tecnologías', explican sus autores.

También destacan dos proyectos del año 2001: I Ching, del colectivo Mashica, que convierte Internet en el oráculo de la era tecnológica, y Bad player, de Roberto Aguirrezabala, que trata el tema de la inteligencia artificial y de la identidad en la Red a través de un chat donde el usuario nunca sabe con total certeza si está hablando con otro usuario o con un robot.

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