Tarde en diminutivo
Un diminutivo de toro es torito, pero no suena bien hablar de fiesta de toritos, cuando la esencia de esa fiesta es la vida puesta en juego. Y ya, ni siquiera por los toros, que podían pasar de presentación, pero es que la blandura que exhibieron fue inadmisible y los metió de lleno en el diminutivo. Ortega Cano toreó poquito al primero, tan poquito que sólo esbozó un pase de pecho. En el cuarto realizó un gran esfuerzo pasando fatigas hasta conseguir firmar su propia caricatura entre penosas carreras.
Finito de Córdoba ha cambiado algo de su música esférica y está mucho más dispuesto. Con la capa no llegó a adelantar la pierna pero, al menos, no retrasó la contraria. Con la muleta toreó en redondo, que ya es torear si se hace a ley, y mató con habilidad. Puro diminutivo, puesto que si bien fue gloria bendita con relación a lo que vemos en este purgatorio, supo a poco. El quinto era más toro y más áspero, por lo que planteó una pelea más firme y recia que exquisita, en la que no llegó a triunfar. El Juli templó con el capote y dio espectáculo en banderillas en los dos toros. Naufragó con la muleta, no llegando a dominar en ningún momento y se echó fuera a la hora de matar. Hay que destacar dos pares por los adentros en el sexto que no se tenía en pie, y eso que el tercero se cayó tres veces. El público no admitió el trabajo de bata blanca y el torero se quedó en diminutivo.
Torero / Ortega, Finito, Juli
Toros de El Torero, blandos, excepto cuarto y quinto. Ortega Cano: ovación y pitos tras aviso. Finito de Córdoba: oreja y silencio. El Juli: ovación en los dos. Plaza de la Malagueta, 12 de agosto. 4ª de abono. Casi lleno.
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