Moyà vuelve a la élite
Después de tres años de lesiones y penurias, el español gana en Cincinnati al 'número uno', Hewitt
El sol asoma de nuevo en el horizonte de Carles Moyà. Después de tres años de lesiones y penurias, el tenista balear vuelve a ver la luz y regresa con todos los honores al selecto grupo de los diez primeros del mundo. El pasaporte se lo concedió el número uno, el australiano Lleyton Hewitt, al que ganó en la madrugada de ayer por 7-5 y 7-6 (7-5) en la final del torneo estadounidense de Cincinatti. Moyà, de 25 años, se convierte así en el primer español que inscribe su nombre en esta cita de las Masters Series. Es su undécimo título y el cuarto de la temporada, pues ya venció en Acapulco (México), Umag (Croacia) y Bastad (Suecia).
'Conmigo cualquier cosa es posible', reconoce el mallorquín; 'pero, si estoy contento y me siento bien, puedo jugar a un gran nivel, superar a cualquiera y ganar no importa qué torneo'. Se conoce bien. Estas premisas han marcado el desarrollo de toda su carrera hasta llegar a convertirle en el número uno -el único español, junto a Arantxa Sánchez, que lo ha conseguido- en marzo de 1999 tras un 1998 marcado por los éxitos: se anotó los torneos de Montecarlo y de Roland Garros y jugó la final del Masters y las semifinales del Open de Estados Unidos. Al entrar en el siguiente curso, le bastó ser finalista en Indian Wells para subir el último peldaño y ocupar el trono.
Sin embargo, con la alegría por la cumbre coronada llegó también la tristeza y el inicio de un calvario que ha durado más de tres años. Fue poco después de Indian Wells cuando aparecieron los primeros síntomas de la lesión que iba a cortar su imparable progresión. Moyà comenzó a sentir molestias en la espalda y desembocaron en su primer abandono en una competición, precisamente el Open de Estados Unidos de aquel 1999, cuando se enfrentaba al francés Nicolas Escudé. 'Cuando le vi aquel mes de octubre', recuerda Ángel Ruiz Cotorro, el médico de la federación española, 'le hicimos una gramografía y un tac y detectamos una fractura de sobrecarga del pedículo de la cuarta vértebra lumbar'.
Se trataba de una lesión seria y Moyà tuvo que permanecer seis semanas inmovilizado con un corsé rígido y después iniciar una dura recuperación. Estuvo seis meses casi parado y, cuando regresó, se encontró absolutamente fuera de la competición y, además, con el miedo a una recaída, lo que le reproducía incluso los dolores sin causa real. Aun así, en 2000 se reencontró con la victoria en Estoril (Portugal) y creyó que su paso por el desierto había concluido. 'Pensé que nunca más volvería a ganar un torneo', confesó entonces con una sonrisa que hacía tiempo que no mostraba.
Pero aquello fue sólo un oasis porque los altibajos continuaron persiguiéndole. 'Noto que me cuesta volver a estar entre los diez primeros cuando antes llegué a ese puesto casi sin darme cuenta', confesaba a sus íntimos. En el camino dejó una victoria en Umag y fue finalista del torneo Godó de 2001, en el que cayó ante Juan Carlos Ferrero. En su deambular decidió también cerrar su relación con su entrenador, Josep Perlas, que le había llevado desde que abandonó el grupo de élite de la federación en el centro de alto rendimiento de Sant Cugat, y probar con José Higueras.
Este año, no obstante, ha cerrado todos estos capítulos y decidido ampararse en la que creyó su mejor opción: Jofre Porta y Joan Bosch, dos técnicos de casa, mallorquines como él y que comprenden a la perfección su forma de ser. 'En la pretemporada trabajamos mucho en aspectos muy concretos de su juego. Pulimos sus golpes y buscamos mejorarlos con leves cambios de movimiento para forzar lo mínimo posible sus músculos', comenta Porta.
El resultado está ahí. Moyà se siente tranquilo, capaz de todo y con confianza. Cuando estas circunstancias se unen, vuelve a ser el de las grandes ocasiones, el jugador capaz de ganar a Ferrero, contra quien había perdido cinco veces, y de derrotar al mismísimo número uno, Hewitt. Las dos cosas las ha hecho en Cincinatti. Ha vuelto a la élite y aspira a dar su gran golpe en el Open de Estados Unidos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.