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Crónica:Campeonatos de Europa al aire libre | ATLETISMO
Crónica
Texto informativo con interpretación

Bronce agridulce tras 50 kilómetros

Muy lejos de Korzeniowski y descalificado Odriozola, García Bragado apenas valora su medalla

Carlos Arribas

Robert Korzeniowski, el místico, habla del marchador como de un robot. Una máquina ajena a lo que no sea su propio funcionamiento regular y perfecto. Peculiar, en todo caso; con corazón y nervios, con dolor y sangre. Con alma. El polaco, el robot perfecto de la marcha moderna, se funde con el paisaje, el suelo y el aire. Se desliza rápido y técnico, aparentemente sin pensar en lo que no sea la eficiencia de la zancada, el pie rígido hacia atrás, el pie rígido hacia delante, los brazos tirando y la cadera alcanzando al pie. No piensa, pero siente, huele, suda. Es la marcha hecha poesía. 'Lo suyo es más psicológico que físico', se admira Josep Marín, el técnico de los españoles, que no entiende cómo alguien que lo ha ganado todo -dos oros olímpicos, dos mundiales y uno europeo-, sigue machacándose a sus 34 años.

'Mi compañero merecía el podio más que yo. Pero, cuando te arriesgas, esto es una lotería'
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Korzeniowski se marchó, se notó en un día mágico, se sintió a gusto con el cielo nublado, los 17 grados de temperatura y las sensaciones que le transmitían sus piernas, sus pies infatigablemente rozando el suelo a un ritmo constante de 4m 19s minutos el kilómetro. Una burrada. Una exageración que le condujo al récord del mundo (3h 36m 39s). Y a sus rivales, a la desesperación.

Entre sus adversarios había dos españoles. Uno, Jesús Ángel García Bragado, llegó el tercero diciendo que su medalla de bronce no valía apenas nada -'un bronce de los que no gustan, una aparición de la Virgen'-, echando chispas contra los jueces en general y Korzeniowski en particular. 'Marcha con inmunidad diplomática', acusó; 'los jueces le permiten cosas que a los demás no. Más que marchar, salta'.

El otro, Mikel Odriozola, no llegó. Apareció luego, llorando, inconsolable; una aparición que no entraba en sus cálculos apenas un cuarto de hora antes, cuando marchaba, sufriendo pero marchando, el tercero y apenas quedaba kilómetro y medio para el final, saboreando por anticipado el bronce que le correspondía por fin, el premio a 12 años de trabajo, a un año de preparación. Iba así, al límite, cuando un juez le enseñó la tercera amonestación. Había doblado la rodilla, le dijeron. Había saltado. Era el tercer aviso. La marcha, lo dicen todos, sobre todo sus practicantes, es cruel. 'Se te queda la cara de tonto cuando te echan en los dos últimos kilómetros', comentó el donostiarra, de 29 años; 'no sé si ha sido justa o injusta la descalificación. Quizás tenga que decir que soy el bronce de los 48 kilómetros'. Y sonrió un poco.

García Bragado abrazó a Odriozola, intentó consolarle y siguió hablando. 'No puedo estar contento', dijo el madrileño, que ya tiene una buena colección de medallas: un oro y dos platas en tres mundiales, además del bronce de ayer; 'lo habría aceptado mejor si el descalificado no hubiera sido Odriozola. Él la merecía más. Pero se arriesgó más que yo y, cuando te arriesgas, la marcha es una lotería'. García Bragado, el hombre regular, se planteó una prueba medida, a 4m 30s el kilómetro, y, si caía medalla, que cayera.

'Odriozola hizo otra carrera', explicó, frío analista, desapasionado en medio de tanta emoción, Marín; 'empezó muy flojo, pensando que no habría posibilidad de medalla, y luego decidió que sí. Se lanzó entonces a un ritmo de 4m 20s el kilómetro que no pudo aguantar. Yo le dije a su psicólogo, que veía la prueba conmigo: 'Esto lo paga'. Cuando pinchó el ruso que iba delante, ya se veía bronce. Pero, al final, iba al límite. Se ha arriesgado, ha flaqueado y ha doblado la rodilla. Y, aunque no le hubieran descalificado, no habría sido tercero porque Bragado le recortaba 30 segundos por kilómetro. El final ha sido lógico porque todo tiene su razón, aunque el golpe haya sido duro'.

García Bragado saluda al público a su entrada en el estadio.
García Bragado saluda al público a su entrada en el estadio.EPA

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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