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Crónica:Ciencia recreativa / 4
Crónica
Texto informativo con interpretación

LA LEY DE MATTHEWS

Javier Sampedro

Las Fuerzas Aéreas norteamericanas hicieron en 1949 una serie de experimentos para evaluar la tolerancia del cuerpo humano a las altas aceleraciones. Una de las pruebas requería fijar 16 acelerómetros a distintas partes del cuerpo del comandante John Paul Stapp. Cada acelerómetro podía montarse sólo de dos formas. Y el técnico logró montar los 16 de la forma errónea. Edward Murphy, el ingeniero de 32 años que había diseñado el experimento, formuló en ese momento la célebre ley que desde entonces lleva su nombre: cuando algo puede ir mal, es seguro que irá mal. (La formulación original de Murphy es bastante más farragosa, pero hay que tener en cuenta el pésimo humor que gastaba en ese momento el pobre hombre).

Poca gente sabe, sin embargo, que la ley de Murphy ha sido refutada en diversas ocasiones. No porque las cosas tengan una irresistible tendencia a ir bien, desde luego, sino porque su tendencia a ir mal puede, en general, explicarse de una forma simple y racional. 'Contra lo que sostiene la opinión ortodoxa, muchas de las manifestaciones de la ley de Murphy tienen sus raíces en la estadística, en la dinámica de los cuerpos sólidos o en otras ramas de la física', escribe en un reciente número de Drug Discovery Today (11 de junio) Raymond Rowe, responsable de investigación de AstraZeneca.

Tomemos el caso particular más famoso de la ley de Murphy: cuando una tostada se cae al suelo, lo hace siempre con la mermelada hacia abajo. Robert A. J. Matthews ha demostrado en una brillante serie de experimentos (European Journal of Physics, 16, 172) que, si la tostada se tira al aire como si fuera una moneda, sólo cae con la mermelada hacia abajo la mitad de las veces, como parece exigir el sentido común. Es cuando la tostada se cae desde el borde de una mesa de desayuno cuando lo hace boca abajo las más de las veces. Pero, en este caso, el fenómeno no tiene nada que ver con la ley de Murphy (también llamada 'ley de la máxima desgracia'). Lo que ocurre, simplemente, es que la tostada empieza a girar cuando despega del borde de la mesa y, dada la altura de ésta, no le da tiempo a completar un giro completo. Según los cálculos de Matthews, para que las tostadas cayeran siempre con la mermelada hacia arriba bastaría con que las mesas de desayuno tuvieran más de dos metros y medio de alto. Parece mentira que en Ikea no hayan tomado nota todavía de estos resultados.

Matthews y otros autores han extendido su tarea de aguafiestas a varios casos particulares más de la ley de Murphy. Si la ley dice que siempre que se pierden dos calcetines será uno de cada par, Matthews encuentra una simple explicación estadística para el fenómeno. Si dice que los cables tienden fuertemente a formar unos nudos inextricables, allá que va Matthews con una teoría topológica que da fundamento a la supuesta desgracia. Matthews ha recopilado estos hallazgos en un artículo técnico titulado 'La ciencia de la ley de Murphy' (Proceedings of the Royal Institution of Great Britain, volumen 70). Quizá debió titular el artículo 'La ley de Matthews'. Se formularía así: siempre que alguien encuentra un ejemplo de la ley de Murphy, llega Matthews y se lo descuartiza.

Pero estamos en agosto y no conviene desmoralizarse. Un buen ejercicio veraniego puede ser encontrar ejemplos de la ley de Murphy que no sea fácil reducir a ramplones principios físicos o estadísticos. Consideremos las siguientes formulaciones clásicas:

- Aun cuando la mesa de desayuno mida tres metros de alto, la tostada seguirá cayendo con la mermelada hacia abajo si la alfombra es francamente cara.

- Si todo parece ir bien, se te ha escapado algo.

- La legibilidad de un fax es inversamente proporcional a su importancia.

- Los mejores zapatos siempre vienen en dos tamaños: demasiado grandes y demasiado pequeños.

- Todo problema tiene una solución, y raramente funciona.

- Ninguna estrategia militar sobrevive al enfrentamiento con el enemigo.

- Bien está lo que acaba.

- La Madre Naturaleza está cargada de buenos propósitos, pero no sabe cómo cumplirlos (ésta es de Oscar Wilde).

Mi ejemplo preferido es el del biólogo ruso G. D. Karpechenco, que intentó en los años veinte hibridar el rábano con la coliflor para obtener una planta de la que se pudieran aprovechar tanto las raíces (del rábano) como las flores (de la coliflor), y obtuvo el resultado vaticinado por la ley de Murphy: una planta con las flores del rábano y las raíces de la coliflor. ¿Qué hubiera hecho Matthews en este caso? Comerse el maldito rábano híbrido, seguramente.

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