Biografías
'Todo se mueve, fluye, discurre, corre o gira;/cambian la mar y el monte y el ojo que los mira'. Asín es, como dicen en mi pueblo. Una vez más, Antonio Machado no sólo nos recuerda que el tiempo corre imparable y presuroso, sino que nos hace sentir, con supremo arte, su inexorable paso.
La biografía, como género literario, trata de rescatar del olvido, del tiempo asesino, algo de lo que fue una vida relevante. Y digo algo, porque si nosotros mismos no nos conocemos suficientemente, ni apenas recordamos nada de lo que hicimos tal día hace dos semanas, ¿cómo vamos a poder penetrar en la íntima historia de otra persona? Pero hay que hacer el esfuerzo porque, sin biografías bien hechas, una sociedad anda desamparada.
En su espléndida La literatura del pueblo español -tal vez no lo suficientemente apreciada en su país de adopción- Gerald Brenan llamaba la atención, allá por los años cincuenta, sobre la flagrante carencia de biografías en España, achacándola mayormente a una pudibundez secular que no permitía la revelación de secretos familiares hasta pasadas varias generaciones, y que se encargaba de destruir correspondencia personal y otros papeles íntimos. 'Si juzgáramos por lo que se ha publicado -escribe Brenan- podríamos llegar a la conclusión de que ningún español hubiera escrito jamás una carta de amor'.
Tenía razón el ilustre hispanista al señalar dicha carencia, aunque para explicarla cabalmente podría haber aducido, además de pudibundeces, otras causas, entre ellas, en primer lugar, la económica. Cuesta una fortuna escribir una biografía de verdad - no creo que nadie lo pueda hacer en menos de cuatro años de dedicación exclusiva- y alguien tiene que pagar. ¿Pero quién, si los editores difícilmente van a financiar una larga investigación en cuyos resultados no pueden tener confianza? ¿Una institución benéfica, una fundación? No nos hagamos ilusiones.
Bajo la Segunda República la fortuna del género biográfico empezó a mejorar. Probablemente hay algún estudio sobre el hecho, aunque lo desconozco. Lo que sí sé es que la Residencia de Estudiantes había sido, en aquel terreno como en tantos otros, un pionero, gracias a su director, el valiente malagueño Alberto Jiménez Fraud, a quien tanto debe la democracia que hoy disfrutamos. La 'Resi' -bien es verdad que con el propósito excesivamente didáctico que se podía esperar- creó una serie de biografías, explicando que 'para promover viriles entusiasmos, nada como las vidas heroicas de hombres ilustres, exaltados por espíritus gemelos'. Entre los títulos publicados figuraba la Vida de Beethoven por Romain Rolland, editada en 1915.
Después del estéril intermedio franquista, hay indicios de que la biografía está ganando más adeptos y lectores en España. Buena señal. En Andalucía la lista de los notables aun no biografiados es inmensa. ¿No podría la Consejería de Cultura poner en pie un fondo para tratar de ir paliando esta situación tan poco alentadora? Fondo y no premio, porque sin apoyo económico previo, como he dicho, tales investigaciones resultan casi imposibles. Sería una empresa hermosa, con beneficios culturales incalculables. A ver si algo se puede hacer.
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