Frascuelo huele a torero
Una señora corrida de toros de Barcial vimos ayer domingo. Muy bien presentados, bonitos y serios por delante para hartarse. Que pelearon en el caballo y después en la muleta presentaron dificultades. Pero, por encima de todo, vimos a un matador de toros con sabor, hondura, que huele a torero por los cuatro costados. Carlos Escolar Frascuelo es el nombre con el que se anuncia en los carteles. Las Ventas sabe de su arte y veteranía.
Por eso le hicieron saludar tras finalizar el paseíllo. Y Frascuelo correspondió en el saludo de capote a su primero, por verónicas profundas y una media de remate abelmontada. Al encastado patas blancas, que rebañaba al final del muletazo, le construyó una faena que comenzó por doblones poderosos. Molestado por el viento, le dio pases por ambos pitones, para extraer muletazos de mérito. Aunque sonó un aviso antes de entrar a matar, tumbó sin puntilla a Coleterón de un soberbio espadazo
Barcial / Frascuelo, Cámara, El Renco
Toros de Barcial muy bien presentados, que cumplieron en el caballo y tuvieron dificultades en la muleta; 1º, 2º y 4º encastados. 6º devuelto por inválido; sobrero de Alcurrucén, mansurrón. Carlos Escolar Frascuelo: aviso y ovación; vuelta al ruedo. Fernando Cámara: aviso y silencio; silencio. Antonio Pérez El Renco: saludos y silencio. Plaza de Las Ventas, 28 de julio. Tres cuartos escasos de entrada.
Veteranía
En el cuarto supimos que la veteranía es un grado, el saber, o sea el arte de torear. Ante un toro nada pastueño, con un pitón derecho de juzgado de guardia, Frascuelo toreó de capa en el saludo templado, a pies juntos, los tres tiempos marcados a placer, el olé brotó sin remilgos. La faena de muleta, de valiente y toreo puro, esos naturales escanciados de hondo refulgir. Gracias. Una lástima que la espadada quedara tan baja.
Fernando Cámara en su primero acusó la falta del poco torear. Estuvo desconfiado. Algo se destapó en el quinto, no demasiado. Veroniqueó movido, para templar algún lance por el lado derecho. El toro cumplió de sobra en el caballo, de donde salió mermado de fuerzas. La faena de muleta transcurrió pues sin ninguna emoción. Y terminó de una buena estocada, que sumamos en su haber.
El Renco estuvo estuvo a la altura de las circunstacias en el tercero, valiente con el capote y la muleta. Saludó a base de una larga cambiada de hinojos entre las rayas del tercio y después lanceó sorteando las agrias embestidas del toro. Hubo de abreviar ante las malas ideas del morlaco. Y mató por arriba después de hacer la cruz a la perfección. Con el sobrero de Alcurrucén procuró un triunfo que no acabó de llegar. El manso y noble se fue apagando por momentos, al poco rato de tomar la muleta del Renco, que lo recibió con dos pases cambiados en el platillo y a continuación le templó dos series de redondos de factura más que aceptable. Hasta que el toro y el trasteo fueron esfumándose en la tarde.
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