La contrarreloj del primer ejecutivo
Los cambios en la cúpula de las empresas se han acelerado un 53% en el mundo, pero España lleva su propio ritmo
Los primeros ejecutivos de las grandes compañías duran cada vez menos en sus puestos. Si hace cinco años esta responsabilidad parecía una carrera de fondo y el 72% de los que abandonaban lo hacían por razones naturales, hoy se asemeja más a un sprint frenético, muchas veces contra los malos resultados empresariales. En España, sin embargo, los cambios son menores.
Las salidas relacionadas con los malos resultados, más habituales en Europa que en Estados Unidos, han crecido un 114%
231 de estos directivos abandonaron el año pasado alguna de las 2.500 mayores empresas cotizadas, lo que supone el 9,2%
La oleada de dimisiones y ceses entre los primeros ejecutivos de las grandes empresas ha arreciado en el último año al ritmo de los escándalos y los malos resultados. Desde el presidente ejecutivo de Enron, Kenneth Lay, que abandonó su puesto en enero entre acusaciones de fraude contable sobre su compañía, hasta las últimas renuncias europeas de los de Vivendi, Jean-Marie Messier, y Deutsche Telekom, Ron Sommer, son muchos los que se han quedado en el camino. En España, y por motivaciones muy distintas, el último cambio ha sido esta misma semana en Telefónica Móviles.
La tendencia no es nueva, aunque se ha acelerado en los últimos meses. Entre 1995 y 2001 la rotación en la cúspide de las grandes empresas cotizadas se ha incrementado un 53%, el mandato de sus presidentes ejecutivos (CEO) se ha reducido de 9,5 años a 7,3, y éstos llegan cada vez a una edad más temprana, según un estudio de la consultora Booz Allen Hamilton sobre las 2.500 empresas cotizadas más grandes del mundo. Sólo el año pasado abandonaron sus puestos 231 de estos primeros directivos, lo que supone un 9,2% del total.
España, sin embargo, se está incorporando tarde a este cambio. 'La rotación en las 50 grandes empresas desde 1998 ha sido mínima', asegura Santiago Descarrega, consultor senior en la oficina madrileña de Booz Allen, que, tras repasar las 50 compañías más grandes por facturación, estima en un 20% el porcentaje de empresas que han cambiado de consejero delegado o presidente ejecutivo entre 1998 y 2002. Esto representaría una media de un 4% anual, menos de la mitad del ritmo medio mundial.
El dato español se vuelve casi insignificante si se tiene en cuenta que incluyen los cambios en filiales españolas de grupos multinacionales, que han supuesto un 30% del total, según la misma estimación. Un ejemplo de este extremo es el sector del automóvil, donde se han producido numerosas sucesiones impulsadas desde la matriz, explica el consultor de Booz Allen.
El repaso que Ignacio Gil-Casares, de la consultora Spencer Stuart, hace sobre la rotación en las 35 compañías del Ibex eleva el porcentaje al 42% desde 1998. Entre los ejemplos recientes está el cese del consejero delegado del Banco Popular, Fulgencio García Cuéllar; el abandono de su homólogo en el Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA), Pedro Luis Uriarte, arrastrado por la caída del anterior presidente de la entidad, Emilio Ybarra, y de Ángel Corcóstegui, del Santander Central Hispano (SCH). O, más lejos, la sustitución de Juan Villalonga por César Alierta al frente de Telefónica hace ahora dos años.
La rotación entre los primeros espadas españoles tiene algunas peculiaridades. 'La mayoría de estos cambios se produce tras un proceso de fusión', explica Luis Ferrándiz, de Spencer Stuart, que no recuerda que ninguna de las sucesiones se produjera a raíz de unos resultados económicos desastrosos. Algunas grandes empresas no han separado los cargos de presidente y consejero delegado, y alrededor de un 30% de las del Ibex 35, calcula Descarrega, están controladas 'como si fueran empresas familiares' por un núcleo duro de accionistas minoritarios.
Otra singularidad española, que se repite en algunos países europeos, son los nombramientos en los antiguos monopolios públicos, en los que el Gobierno aún tiene mano para sugerir cambios en la gestión, explican algunas fuentes. El propio Villalonga aseguró en su día que su dimisión era fruto de la presión del Gobierno. El Estado tiene participación en empresas como Red Eléctrica (28,5%), Iberia (5,39%) y Endesa (algo menos del 3%), entre otras, y la tuvo hasta hace poco en Repsol YPF y Telefónica.
Tendencia a igualarse
A pesar de ello, la tendencia es a igualarse con el resto de las grandes empresas del mundo, subraya el consultor de Booz Allen. En este sentido, y al margen de las razones señaladas, las grandes causas que pueden provocar la salida de estos altos ejecutivos son las mismas que destaca como generalizadas el estudio americano. La más numerosa sigue siendo la sucesión natural: jubilación, razones de salud o una salida planeada con antelación y con el aplauso del consejo de administración por la gestión. Entre los ejecutivos que abandonaron su despacho de esta forma en 2001 está el presidente de General Electric Jack Welch. Este grupo, sin embargo, es cada vez más reducido y ha pasado de representar el 72% de los cambios en la cumbre en 1995 a menos del 50% el año pasado.
Al alza están las salidas prematuras, ligadas a reestructuraciones tras una fusión o adquisición o a los malos resultados. Esta última se ha incrementado un 114% desde 1995 hasta suponer el 24% de las salidas. Esta razón tiene más peso en Europa (34% de las salidas) que en Estados Unidos (29%), se sorprenden los autores del análisis. Los europeos, además, duran menos en sus cargos: 4,8 años de media cuando su abandono está relacionado con la marcha de la empresa, frente a 5,6 entre los americanos.
La carrera al frente de las grandes empresas se ha vuelto pues más rápida y también más peligrosa. Los presidentes ejecutivos más afectados por estos cambios antinaturales lógicamente son los de los sectores que más están sufriendo la crisis: telecomunicaciones y tecnológico. Son también los sectores que más capacidad tienen para adaptarse a los cambios, según Descarrega, quien vaticina que la tendencia 'acabará llegando' a España.
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