La ruta de los delfines
El centro de avistamiento de cetáceos en Barbate recibe 8.000 visitas en tres años
Si se efectuara una encuesta de preferencias zoológicas de los españoles, no cabe duda que el delfín figuraría en los primeros puestos. Este cetáceo marino, mitificado por el cine y las leyendas populares, sigue siendo en cambio un perfecto desconocido para el común de las personas. Lo era para Mario Morcillo cuando, recién acabada la carrera de veterinaria, se propuso organizar en Madrid la Asociación Balaena para su estudio y divulgación.
Después de muchos viajes y años de estudio, este joven amante del mar abrió la página web, www.laisladelosdelfines.com, que habría de superar en poco tiempo las 27.000 visitas. Ello le dio una medida de la atracción que los delfines ejercen sobre la población, animándole a ampliar el horizonte de sus proyectos. Al mismo tiempo, Morcillo reparó en el hecho de que la costa gaditana, asomada al estrecho de Gibraltar, era un área abundante en bancos de cetáceos marinos, que hasta la fecha habían pasado casi desapercibidos tanto para los estudiosos como para los vecinos de estas localidades.
Así se crea en 1997 el Centro de Avistamiento de Cetáceos de Barbate, impulsado por la Sociedad Oceánica de Cetáceos. Las primeras actividades se centraron en la proyección de documentales y conferencias en una sala adquirida al efecto, en la que no faltaba una tienda de artículos relacionados con estos animales. El éxito sorprendió a los propios promotores: 8.000 personas desfilaron en tres años por estas instalaciones, en las que se impartían cuatro charlas diarias. La más concurrida de éstas, curiosamente, era la que se ofrecía a las dos de la madrugada, absorbiendo a buena parte de los noctámbulos del Paseo Marítimo.
La incorporación de una lancha revolucionó la dinámica del Centro de Avistamiento. Sus diez metros y medio de eslora y sus doce asientos, así como la torreta de observación instalada en la popa, son más que óptimos para promover salidas al mar en busca de cetáceos. Sin embargo, los organizadores de estas travesías se resisten a abusar del invento y restringen el número de pasajeros a grupos de siete personas, lo que arroja un promedio de 40 o 50 visitantes semanales. 'En un principio, la mayor parte eran estudiantes y biólogos, ya que los esfuerzos de marketing se encaminaron hacia las universidades', comenta Mario Morcillo. 'Más tarde el perfil se diversificó, pero por lo general se trata de personas con estudios superiores o curiosidades científicas, no necesariamente profesionales. El porcentaje de los que repiten es muy elevado', añade.
El patrón del barco, Andrés, es un veterano pescador barbateño que conoce este litoral como la palma de su mano. Su conversación salta de las mitologías populares de la zona a anécdotas acerca de su participación en la última película de la saga James Bond. Él es el encargado de leer en el mar las posibilidades de descubrir cetáceos, y sus contactos con marineros del muelle le brindan una información casi infalible.
Aprender a descubrir el mar
De este modo, el Centro de Avistamiento de Cetáceos de Barbate ha optado por una doble línea de trabajo: por un lado, con las salidas al mar. Y por otro, ofreciendo charlas divulgativas a la manera de los antiguos griegos -es decir, cara al mar- sobre oceanografía, cartas náuticas, biología o pesca tradicional. 'Todos vienen buscando el delfín, que siempre nos parece un animal simpático, casi humano. Pero se van descubriendo el mar', aseguran los impulsores del centro. '¿Cuánta gente va a la playa y no entiende nada de lo que sucede ante sus ojos?'.
En cualquier caso, los objetivos del Centro de Avistamiento de Cetáceos están más encaminados al estudio que al espectáculo. 'Nuestro techo es hacer de Barbate la capital mundial de los delfines', proclama Morcillo. De hecho, en muchos rincones de España y América el nombre de este municipio ya está inseparablemente unido al mundo de los cetáceos.
Al principio, los vecinos acogieron la iniciativa con extrañeza. Actualmente, todo el mundo está de un modo u otro involucrado en ella, hasta el punto de que los trabajadores de la almadraba y hasta los encargados de los chiringuitos colaboran anotando días, horas y posiciones de los ejemplares que ven.
A través de Internet, el Centro pulsa el interés de amantes de los cetáceos en Francia, Bélgica, Inglaterra, Alemania o Suiza, pero también de estudiosos del Amazonas, el Caribe o la Patagonia, con los que se mantiene una comunicación continua. El atractivo añadido del entorno natural, con la costa africana como vecina de excepción, ha multiplicado las visitas y la demanda de información parece imparable. Ello, sin embargo, no garantiza que el visitante ocasional vea delfines u orcas. El avistamiento es ante todo un ejercicio de paciencia, que exige tanto tiempo como el concurso de la suerte.
La fórmula de sumar la investigación con el turismo, el desarrollo económico, las políticas de conservación del medio ambiente y la educación, quiere proponerse como modelo a imitar por otros grupos de la provincia de Cádiz. 'La costa es muy amplia y diversa, y nuestro modelo fácilmente imitable', apostilla Morcillo. Después de todo, el mar sigue siendo ancho y, no por cercano, menos desconocido.
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