La primera noche

Tres meses después del estreno de esta producción en la temporada, vuelve Butterfly al Real en otro contexto (el llamado festival de verano), con otra protagonista y diferente director musical. Lo demás es prácticamente idéntico, aunque con otro público totalmente distinto al habitual, entre el que hay un considerable porcentaje de jóvenes y, a juzgar por los comentarios de pasillo, con una alta cantidad de personas que entraban por primera vez al teatro madrileño.

La reacción final de este público a la representación del jueves fue absolutamente entusiasta. Incluso se presenciaron escenas insólitas en este templo de la música, como una pareja de jóvenes besándose apasionadamente en el patio de butacas tras concluir el espectáculo. Esta imagen refrescante y espontánea de un público que vive la ilusión de ir a la ópera por primera vez fue lo más importante de la noche. El Real es un teatro público con obligaciones sociales y a ello debe dar respuesta también.

Hacer un comentario crítico es, en estas circunstancias de éxito, un poco impertinente. Lo asumo. Creo, de todos modos, que los vítores de la sala tenían a Puccini como centro. El reconocimiento de melodías como Un bel di vedremo, están en el inconsciente colectivo. Eso y la propia figura de Butterfly.

Tal vez haya que darle en parte la razón a Alessandro Baricco cuando defiende la popularidad hoy de Puccini (y de Mahler) por la fácil asociación de sus músicas con el cine y el teatro musical. No sé si esta vinculación será la causa del enfoque escénico de Mario Gas. Butterfly es una ópera muy cinematográfica pero el montaje de Gas combinando la ópera y el cine no logra desprenderse, aun partiendo de una propuesta original, de una atmósfera de frialdad, y el añadido final del 'yanqui aventurero y opresor' me parece sencillamente demagogia de saldo.

Isabelle Kabatu compone una Butterfly de fuerza, pero con una señalada inclinación al mezzoforte y al forte, algo que no favorece el registro de dulzura del personaje. Su capacidad de producir un escalofrío es limitada y su timbre un tanto oscuro. Canta bien, pero Butterfly necesita algo más, una sutileza poética difícilmente definible que no se produce. En cuanto a Pedro Halffter, su lectura fue más convincente en la caracterización dramática que en la lírica. Su progresión como director de ópera es, en cualquier caso, evidente y se manifiesta más, por ahora, en el dominio de las estructuras que en el sello puntual estilístico.