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MÚSICA

Solomon Burke: 'La música es mi roca. Ésa sí que nunca falla'

La voz de Solomon Burke, considerada la mejor que ha dado la música soul, viene acompañada de un cuerpo tan grande como sus logros, más de 200 kilos de alma sudorosa entregados desde hace más de cinco décadas a hacer música con la misma pasión que Otis Redding, Al Green o James Brown. Pero a diferencia de estos otros grandes del soul, Burke, 67 años, no está ni muerto, ni retirado, ni cansado, sólo sudoroso de atender sus múltiples quehaceres, que incluyen sus servicios al frente de la iglesia House Of God for All People, de la que es obispo, sus 21 hijos y 64 nietos, y su trabajo cotidiano al frente de su propia funeraria, en la que también es embalsamador. Todo eso bajo el sol de California y mientras promociona su último álbum, Don't Give Up on Me, su mayor vuelta al ruedo musical con una obra que la revista Entertainment Weekly ha calificado como 'lo más' en música de soul. 'No queda en mí más que agradecimiento porque por primera vez tengo la libertad de ser sólo el artista, alguien que llega y puede cantar lo que quiere sin preocuparse de nada más', resume con sencillez su nuevo trabajo antes de añadir aquello de 'es una bendición ver cómo, cuando Dios dispone, todo ocurre como tiene que ocurrir'.

'¿Ver mi nombre entre el de tantas estrellas grabado ahora en el Rock & Roll Hall of Fame? Cómo se ríen mis hijos, ¡si ni tan siquiera hago rock and roll!'

En esta ocasión, el que ha dispuesto es la casa discográfica Epitaph ('¡qué mejor sello para alguien que trabaja en el negocio de pompas fúnebres!', bromea Burke) que tras verle el pasado verano en acción en uno de sus maratones musicales que combinan un concierto de soul la noche del sábado con una misa gospel la mañana del domingo sólo pudo ver la necesidad de que la voz de Solomon dictara los designios del soul con su primer álbum no religioso en cinco años. 'Andy (Kaulkin, presidente de Epitaph) me dijo aquello de 'mi idea es encontrar artistas interesados en ti como para que te den sus canciones', mientras yo pensaba que iba a ser el mejor negocio de mi vida porque ¿a quién iba a encontrar que se interesara por mí si todos los que yo conozco están muertos, como Sam Cooke, o no escriben, como Ray Charles?', rememora. La respuesta la tuvo durante los cuatro días de febrero en los que Burke estuvo grabando las canciones que habían compuesto para él autores como Bob Dylan, Brian Wilson, Elvis Costello, Tom Waits o Van Morrison, entre otros, todas para Don't Give Up on Me.

Como señalan sus biografías,

Burke es casi tan importante para el soul como él dice que es aunque su versión como inventor de la música soul puede ser tan frívola como entretenida. Lo mismo ocurre con sus historias de una carrera que resume como 'tanto una bendición como una lección' y que le ha convertido en lo que califica como 'una estrella que se ilumina cuando me necesitan'. Según su versión, los hay que nacen para la música. Solomon Burke nació en medio de ella, en lo alto de una iglesia de Filadelfia, rodeado de 'tubas, trombones y todo tipo de instrumentos que no dejaban de sonar'. 'Así me atrapó y me mantiene atrapado porque la música es mi roca y cuando todo falla, se que puedo acudir a ella. Ésa sí que nunca falla'.

A este cuento de hadas se une la presencia de su abuela, la que en medio de este 'regalo de Dios' le dijo que escuchara a Nat'King'Cole, Perry Como o Dean Martin para incorporar su suavidad terrenal. Así nació Solomon, the Boy Wonder Preacher cuando sólo tenía siete años, el mismo que a los 24 firmaba con Atlantic Records a la vez que Aretha Franklin y que sería definido como 'el mayor cantante de soul de todos, cuya voz es un instrumento de sensibilidad exquisita'.

Dicho así, da la impresión que en la vida de Burke no hay más que soul, un tipo de música que no es más que aquello que emana por sus poros. Su definición es igual de vital. 'Cuando a alguien le gusta tomarse un buen filete con todo su jugo para desayunar sé que tiene soul. Sé que puedo hacer música con cualquiera que sabe cómo comer', detalla aún recordando el pollo frito acompañado de pan de maíz y empanada de cordero que deleitó la grabación de None of Us Are Free junto a los Blind Boys of Alabama en su último álbum. No es de extrañar que lo considere el mejor tema del disco. Lo que es inevitable preguntarse es si aún es tiempo de soul ahora que es el único superviviente de esa generación de Sam Cooke, Jackie Wilson, Johnnie Taylor, Johnny Adams o Otis Redding. 'Cualquier momento es bueno para el soul porque todos tenemos un alma y necesitamos expresarla, especialmente ahora, cuando no queda tiempo para ser falso o hueco. Hay que disfrutar cada segundo de la vida'.

Muchos le han criticado, por anteponer sus predilecciones no musicales delante de su dotes como artista. Una pasión por la vida que se demuestra en su devoción religiosa o en su deseo de procrear (que mantiene presente la compañía de uno de sus nietos que se ha traído para poder utilizar el carril rápido en la autopista mientras conducía el coche fúnebre). Además están sus negocios en las pompas fúnebres ('el último que te recoge y el último que te deja tirado', bromea) que le han mantenido con vida cuando en el campo de la música no se le recordaba con tanto cariño o esas otras formas de sacar dinero como la venta de bocadillos de pollo frito con limonada a los que viajaban con él de gira, más caros a medida que se alejaban de las zonas civilizadas. Una vida que quizá explica la pasión de su música o al menos el sentido del humor con el que se toma los honores. Como afirma sin poder contener a la vez las lágrimas de cocodrilo y la carcajada socarrona, '¿cómo no voy a agradecer el reconocimiento? ¿Ver mi nombre entre el de tantas estrellas grabado ahora en el Rock & Roll Hall of Fame? Cómo se ríen mis hijos, ¡si ni tan siquiera hago rock and roll!'.

El nuevo disco de Solomon Burke es su primer álbum no religioso en cinco años.
El nuevo disco de Solomon Burke es su primer álbum no religioso en cinco años.

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