Hijos de un padre fallecido
La británica Diane Blood tiene su segundo niño con semen de su esposo muerto
Diane Blood, de 36 años, ha tenido un segundo hijo de su esposo muerto en 1995, cuyo semen ya valió para el primer embarazo de la mujer en 1998. Los médicos accedieron a extraer el esperma de Stephen, su marido en coma, sin esperar a contar con una autorización oficial. Actualmente hay en Valencia una mujer, María, que pretende ser inseminada de su marido en coma, pero que se encuentra a la espera de que se resuelva un recurso judicial.
Diane -que consiguió ser madre de Liam y ahora de Joel Michael- era ayer, según su madre, 'una mujer radiante, alguien que ha logrado lo que quería'. Sin embargo, se encuentra todavía embarcada en una larga batalla legal para conseguir que sus hijos puedan llevar legalmente el apellido del padre.
Los descendientes no pueden llevar el apellido paterno porque no hay consentimiento escrito del hombre
El certificado de nacimiento de Liam expone de momento que es hijo de padre desconocido, y al recién nacido Joel Michael le ocurrirá lo mismo, porque la ley inglesa exige el requisito de que exista un consentimiento previo del padre para otorgar su apellido a la descendencia.
El Gobierno de Tony Blair aceptó en agosto de 2000 cambiar esa ley, pero todavía no ha podido llevarlo a cabo por el bloqueo de un parlamentario del Partido Conservador. 'Seguimos esperando desde entonces', dijo hace unas semanas Diane a este periódico. 'Lo último que sabemos es que van a anunciarlo en el próximo Discurso de la Reina [el programa de Gobierno de los próximos 12 meses] este otoño. Pero es lo mismo que esperábamos en los dos discursos anteriores'.
Los abogados de Diane han presentado un recurso en el Tribunal Supremo británico, basándose en la Ley de Derechos Humanos. El caso está pendiente de resolución.
Diane tuvo que luchar fuertemente durante tres años para ser madre de Liam. Ante la falta de consentimiento por escrito de Stephen, la decisión de la Autoridad para la Fertilización Humana y Embriología (HFEA), organismo competente en la materia en el Reino Unido, fue la de no permitirle utilizar el esperma para una fecundación in vitro.
Pero finalmente Diane encontró un resquicio legal: el semen congelado de su marido podría servir para que ella concibiera en el extranjero. Por consiguiente, Diane contactó con un hospital belga y viajó a ese país, donde la fecundación se realizó sin problemas. El mismo centro sanitario ha intervenido en su embarazo del pequeño Joel Michael.
Las autoridades británicas argumentan -en defensa de mantener la prohibición de fecundaciones de padres en coma que no hayan dejado un permiso explícito- que por ejemplo hay que evitar que se extraiga sin más el esperma de la multitud de jóvenes que fallecen en accidente de circulación. 'En el caso de Diane Blood era ilegal hacerlo', ha explicado en repetidas ocasiones Ruth Deech, responsable de la HFEA.
La clave reside en la ausencia de permiso expreso. 'Mi marido contrajo una meningitis bacterial y murió con una rapidez extraordinaria, y aunque yo tenía su consentimiento no lo tenía por escrito', dijo Diane a este periódico. 'Había un montón de razones para que yo hiciera lo que hice. Es algo que mi marido y yo habíamos planeado. No soy la única mujer en este país que ha querido tener hijos tras la muerte del marido. Pero mi caso es más conocido que los otros, porque en ellos el hombre muere por ejemplo de cáncer y tiene tiempo para dar su consentimiento por escrito. Las mujeres que no han tenido problemas legales son menos conocidas. La intrusión que todo esto ha supuesto en mi vida no es algo que yo haya buscado. Simplemente ha sido así porque el caso llegó a la justicia y se convirtió en dominio público'.
Diane no tenía interés en saber de antemano si su segundo hijo sería niño o niña. 'Quería llevarme la sorpresa', dijo. Pero sí estaba segura de que quería ser madre por segunda vez. 'No quería que Liam fuese hijo único', añadió.
A principios de este año, Donna Ceairns, de 27 años, dio a luz a Billie-Marie, concebida del esperma de su marido Colin, fallecido de cáncer. Las autoridades judiciales no pusieron inconvenientes para el embarazo de Donna porque Colin y ella, tras decidir tener un hijo después de que la muerte les separara, dejaron plasmada su voluntad en un documento escrito.
'Tengo un vídeo que Colin grabó para mí antes de morir', dijo en enero a la prensa Donna. 'En el vídeo Colin dice: 'Cuando nuestro bebé nazca, explícale cuánto le quiere su papá. Asegúrate de que sepa quién era su padre'. Se lo enseñaré cuando llegue el momento'.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.