Un Braque poco visto

'Me gusta la regla que corrige la emoción', decía Georges Braque. El nombre del artista francés (1882-1963) está indisolublemente asociado al movimiento vanguardista que reducía a formas geométricas las figuras, los paisajes y los objetos cotidianos. De esa manera el iniciador del cubismo, junto a Pablo Picasso, se refería también al carácter meditativo y contenido de sus obras. Pero no toda su obra sigue el mismo camino, aunque la contención y el análisis del espacio son características recurrentes en su trayectoria. El pintor y escultor indagó en diversos campos y soportes, como se encarga de demostrar la exposición Braque. Obra gráfica, que ayer se inauguró en la sede del Centre Cultural Bancaixa de Valencia. Y sobre todo en los últimos años de su vida, se dedicó con ahínco al grabado, utilizando técnicas novedosas de cosecha propia, apuntó el coleccionista Castor Seibel.

A él pertenecen las alrededor de 120 obras, entre grabados, ilustraciones de libros con grabados originales, yesos y cerámicas, que se reúnen en la muestra. Y en ella se hallan 'algunas rarezas y singularidades que confieren a la colección un carácter único en el mundo', señaló el comisario de la exposición Matthias Bärmann. Hasta el punto de que algunos de los grabados, ensayos o pruebas, después retocados por la mano del artista, no se incluyen en los catálogos sobre la obra de uno de los artistas más significativos del siglo XX, es decir, de la modernidad. 'Los fondos aquí representados sólo se pueden comparar con los que se encuentran en la Biblioteca Nacional de París', añadió el comisario.

Seibel adquirió los primeros ejemplares a la edad de 24 años. En aquel entonces 'las estampas no valían ni una décima parte del precio al que pueden encontrarse en el mercado en la actualidad, sino solamente una décima parte de ésta. Conservo las listas de precios de aquella época y, retrospectivamente, éstas constituyen un documento conmovedor', explica el coleccionista en una entrevista con Bärmann en el catálogo de la exposición.

Braque se asociaba con aquellos poetas con los que compartía inquietudes. Como con René Char, quien calificó la obra del pintor de 'terrenal como ninguna y, no obstante, acosada por el espanto de la alquimia'. Ambos aportaron su arte en un gran libro de poemas que ahora se exhibe en Bancaixa, entre otras obras ilustradas por Braque, cuyas producciones tardías fueron definidas por Giacometti como insondables, abiertas e indescriptiblemente audaces, según recoge el comisario en el catálogo.

En la obra gráfica del artista francés se encuentran los mismos motivos que en su pintura: los motivos de la antigua cultura griega, lo bodegones y los pájaros'. En todos ellos late la preocupación de Braque por la relación de los objetos con el espacio o la idea de vacío. No extraña, pues, la cercanía artística e incluso la amistad personal entre Braque y Chillida, quien conoció y visitó al artista francés en los últimos años de su vida y, en su memoria, creó en 1990 la enorme escultura de acero Hommage a Georges Braque.

El conjunto de grabados y libros ilustrados, que exhibe Bancaixa hasta el 6 de octubre, es una buena oportundiad de descubrir un Braque menos visto, pero no por ello, menos apreciado, que viene a completar la visión que proporcionaba la reciente exposición en el Museo Thyssen de Madrid sobre el artista francés.